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Sublime balcón a la Sierra de Guadarrama
Madrileños y segovianos mantuvieron una pugna histórica durante siglos por el territorio de la actual Navacerrada. Ya desde el siglo XII los campos de esta localidad eran frecuentados por el ganado de los pastores segovianos. Por ello, cuando Alfonso VII fijó en las cumbres de Navacerrada la hipotética frontera divisoria entre Madrid y Segovia, se abrió un largo capítulo de rivalidad por el control territorial de la zona. Alfonso X, de hecho, tuvo que crear la figura del Guardia Mayor para evitar refriegas por la posesión de la comarca. En sus orígenes, la población de Navacerrada estaba incluida en el Real de Manzanares y su emancipación como villa llegaría en 1636. Su privilegiada situación dentro de la denominada Sierra de Guadarrama Alto Manzanares convierte a Navacerrada en un inmejorable lugar para los fanáticos de la vida en la naturaleza, deseosos de cambiar de aires por unas horas y olvidar el estrés de la gran ciudad. No en vano, el 90% del territorio de esta localidad está protegido medioambientalmente. De ahí que el municipio sea un fantástico paraje para dar paseos urbanos y campestres, hacer excursiones por el entorno, practicar senderismo y, en el caso de los más osados, emprender ascensiones a la Sierra del Guadarrama. En este sentido, el Valle de La Barranca, declarado Centro de Interés Turístico en 1965, o la Dehesa de la Golondrina, que ofrece una magnífica panorámica de toda la localidad, son lugares de extraordinario interés para el visitante. Los prados y montes de Navacerrada se reflejan en el precioso embalse que baña el municipio. En el interior del pueblo merece la pena visitar el coqueto templo dedicado a Nuestra Señora de la Natividad, cuyo altar está decorado con un precioso fresco que recrea una escena de la infancia de la Virgen.