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Un pueblo francés en Menorca
Un 18 de abril de 1756, domingo de Pascua de Resurrección, desembarcaron en las playas de Menorca doce mil soldados franceses, capitaneados por el almirante Galissonnière. La expedición militar finalizó con el acoso del castillo de San Felipe y la capitulación de los británicos. Su idea era agrupar los numerosos caseríos diseminados por el sureste de la isla y propiciar el surgimiento de una nueva población.
El inicio de las obras de construcción de la iglesia en honor al santo Luis IX, rey de Francia, puso fin a las disputas entre la Administración francesa y los propietarios rurales, que reclamaban sus derechos. La corte francesa autorizó al gobernador de la isla, Conde de Lannion, la parcelación de los terrenos colindantes al templo y, siguiendo un trazado rectilíneo al estilo francés de la época, de calles rectas cruzadas por otras perpendiculares, se fueron construyendo las casas del nuevo núcleo urbano. Así nació Sant Lluis, un pueblo francés en Menorca.
Fue breve la dominación gala: cuando se marcharon, las obras de la iglesia no habían finalizado. De diseño posterior es la torre del campanario y otras dependencias pero los franceses dejaron su impronta en esta singular ordenación, donde destaca la calle principal, Es Cós, que ubica a la iglesia y aún concentra la actividad principal del pueblo. También incorporaron el color blanco a las construcciones, que amplifica y refleja la luz de esta isla.
Hasta tres molinos de viento llegó a tener el pueblo, hoy reconvertidos en bares o centros culturales, de los que destaca el Molí de Dalt, que acoge el Museo Etnológico. Si bello es el entorno urbano y el trazado de sus calles, no menos hermosas son las playas naturales que circundan la localidad y por las que se muestra el Mediterráneo, como la playa Bibineca, o pequeñas calas de gran belleza como la Cala Binidalí, Es Canutells o Cala Binissafúller. Muy cerca de ésta última se halla el Poblado talayótico de Binisafullet, un asentamiento de los primeros pobladores isleños. Mirando al mar y a Sant Lluís se alza el Faro del Aire, el más grande de Menorca, en la deshabitada Isla del Aire. Cuando el viajero la observa, se la imagina como un hogar ideal en medio del paraíso, por la quietud que transmite.
Son famosos los jaleos de sus fiestas patronales en el municipio. Al son de la música, jinetes y caballos marchan en desfile por las principales calles y acompañan los actos religiosos en honor a su patrón, el santo rey de Francia, San Luís.