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Aznalcázar, Sevilla
Antiguo alminar de mezquita, hoy campanario de iglesia cristiana, su función no cambia lo importante: que la torre que marca el techo de la iglesia de San Pablo sigue siendo igualmente una joya arquitectónica, tan blanca como espectacular. Una de las más valiosas que nos dejó el mudéjar sevillano allá por el XIV. Luego, otros siglos y otros estilos terminaron de 'peinar' su frente con varias almenas. Una, la principal, luce un look renacentista que realza su belleza; otra, la de la epístola, exhibe un soberbio trabajo de lacería mudéjar entre el arco y el alfiz. Dentro del templo nos aguarda un interior no menos cuidado, entre mosaicos del siglo XVI y azulejos que han visto pasar ya seis siglos de visitantes reflejados en sus baldosas. Seguramente sirvan también de espejo para reflejar nuestra cara de asombro tras la visión de las esplendidas imágenes barrocas que se guardan en esta iglesia, entre ellas, ese cuadro de Cristo Crucificado que se atribuye al taller de Zurbarán.
