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Alameda del Valle, Madrid
A priori, choca el contraste. ¿Qué hace una escultura tan nueva en un pueblo en el que la mayoría de las casas tienen más de un siglo? NI más ni menos que homenajear las costumbres y tradiciones más arraigadas en la zona y que han sido el principal modo de vida del pueblo. A finales del s. XX, la escultora madrileña Pilar Cuenca recibió el encargo de reflejar la esencia de la vida agrícola y ganadera del municipio en una de sus obras. El resultado es fácil de ver. Sólo hay que seguir la calle Romero hasta que concluye con la de las Cercas para encontrarnos con este señor de cara bondadosa que, ataviado con la vestimenta tradicional del campesino -albarcas, boina y vara-, parece saludarnos en nuestro camino mientras sigue contemplando la torre de la iglesia y las montañas más allá.
