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Puente romano de Burgui

Burgui/Burgi, Navarra

Se diría que lo levantaron allí, estratégicamente plantado a la entrada de Burgui, para ir abriendo nuestro apetito de belleza. También para crear la estampa perfecta, carne de smart-phone en modo cámara, siempre con la función panorámica activada, pues una composición tan perfecta no puede fragmentarse. Su belleza la refuerza el buen estado de conservación del puente, que ha sido restaurado recientemente, para el nuevo milenio. Se cree que tuvo cinco arcos, según el modelo romano-medieval, que imponía siempre un número impar. Aún parcialmente amputado, se basta y se sobra con los cuatro que siguen en pie, salvando por 55 metros el cauce del río Esca. Igual que su peralte y sus apoyos, uniendo Burgi, hoy como ayer, con las cercanas montañas del Roncal navarro. Pero es el fondo lo que más nos impresiona, esas montañas que asoman en la lejanía, mitad roca pelada, mitad foresta, contrastadas con la silueta del puente. La piedra trabajada por el hombre, frente a la piedra tallada por la naturaleza.

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