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Abrimos los ojos, resplandece el sol y el cielo despejado y azul en Campos (Mallorca). Esta vez hemos querido hacer un viaje diferente y nos hemos hospedado en una pequeña casa rural de la ciudad, dejando atrás las aglomeraciones hoteleras. Después de un rico desayuno cogemos el coche y nos vamos a la playa. Pero no a una playa cualquiera, no no. Nos vamos al denominado “Caribe español”, la playa de Es Trenc.
Cogemos la carretera que va a la colonia de Sant Jordi y nos desviamos a la derecha. Allí, a menos de 200 metros de la playa, vemos una explanada con un parking. Dejamos el coche y, por fin, llegamos a la playa. Lo que podemos ver es mejor que un sueño. Una playa virgen con kilómetros y kilómetros de dunas de arena blanca con aguas cristalinas que mezcla sus tonos verdes y azules luciendo sus praderas submarinas de forma inigualable. Mientras tomamos el sol, nos percatamos que el sonido de las olas se mezcla con el ruido de las aves, creando un espectáculo muy particular. El sonido viene de detrás de las dunas, donde dominan los pinares y las salinas de Salobrar. De primera mano podemos comprobar que en las salinas y estanques salobres abundan los patos, flamencos y garzas ya que constituyen un refugio para estas especies.