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Ocupa una extensión de casi 3.000 metros esta playa seminatural, que no tiene paseo marítimo pero cuenta con todas las comodidades de una playa urbana: fácil acceso, variada oferta de restaurantes y chiringuitos, duchas de agua dulce o alquiler de tumbonas. Tiene cerca la urbanización Alcaidesa, a la que tal vez deba su nombre, que cuenta con campo de golf propio para quienes quieran extraviarse por el césped y practicar este deporte, en lugar de disfrutar de las delicias playeras. El tramo conocido como Cala de Punta Mala o del Faro, situado entre dos salientes rocosos, quizás sea la parte más bella por la combinación natural que muestra de arena fina, rocas, vegetación y agua. Conserva intacto un bunker abandonado de principios del s. XX y el Faro de Torre Carbonera, construido sobre una torre almenara del s. XVI, transformada en faro que todavía alumbra la navegación de costera y forma una hermosa postal de esta playa.
Las aguas son tranquilas y, por tramos, forman pequeñas ondulaciones de arena fina y oscura que, con la luminosidad del día, se perciben claras. El mar arrastra restos de conchas y piedras redondeadas, que distraen el caminar relajado de los bañistas y sirven de juego para los niños que corretean de la playa al mar y del mar a la playa. Es bandera azul por la calidad que muestra y buen destino para pasar tardes en familia, cerca del mar. De fondo se divisan las costas de Marruecos y, a un lado, el peñón de Gibraltar, magnífico panorama para paseantes solitarios que se asomen a los bordes africanos más cercanos.