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"Mamá, ¿podemos tocarlos? Mira, este es muy bonito. Creo que le he caído bien... ¡Me sigue!". El niño se detiene. Acaba de ver una burra con su cría y está encantado. Estas imágenes son un regalo para ellos, y en medio de la vorágine de la cuenta atrás para la Navidad, la paz que se respira aquí es otro tesoro. Estamos en Burrolandia.
Solo 20 minutos separan este lugar en Tres Cantos del bullicioso centro de Madrid. Aquí no hay luces de colores, ni escaparates con guirnaldas ni prisa. Un camino de tierra lleva hasta el cartel que indica: 'Burrolandia' y allí te esperan ellos: Nieves, Leticia, Pinta… 44 ejemplares que en este lugar han encontrado la alegría de una nueva vida.
Todos han sido "recuperados" por la asociación, una protectora animal fundada como Asociación Amigos del Burro en 1996, cuyo trabajo es ayudar a este cuadrúpedo. Han recuperado ya a más de 200 en situación de abandono.
La protectora es parte activa en la reproducción para el mantenimiento de una especie que, según nos cuentan, está en peligro de desaparición.
Allí conocemos a Juan Aparicio, miembro fundador y amante de estos animales. "Actualmente somos un referente a nivel nacional. Si la Guardia Civil o el Seprona, por ejemplo, encuentran algún burro abandonado nos avisan para que les demos consejo y, aunque actualmente tenemos el cupo completo, les asesoramos y les indicamos dónde llevarlos".
"Una de las cosas más importantes de trabajar aquí es ir sembrando en los niños la conciencia por el respeto a estos animales", nos indica Aparicio. Cambiar su imagen, y "que no se le trate como se le ha tratado durante años" es fundamental.
Los niños los han visto estos días en los belenes pero verlos e interactuar con ellos, poder acariciarlos e, incluso, darles de comer les cambia totalmente la percepción. Por su parte, los burritos los esperan tan tranquilos, dispuestos a dejarse acariciar. Son fuertes, leales, cariñosos y juguetones. Rápidamente llaman la atención de los pequeños y despiertan su cariño y, aunque no se puede traer comida para alimentarlos, por 2,5 euros las familias pueden comprar un cubo lleno de acelgas y zanahorias que los animales reciben encantados.
La visita es gratuita y libre. Los niños pueden hacerse fotos con las diferentes razas de estos cuadrúpedos que allí conviven, apreciar el museo de aperos de labranza o disfrutar de la pequeña charla explicativa que da un miembro de la asociación sobre la recuperación de los burros. Las visitas se pueden hacer únicamente los domingos, ya que el resto de los días se reservan para visitas de colegios y fundaciones o para terapia asistida con animales.
"Debido a su temperamento, es ideal para trabajar con personas con discapacidades como ceguera o autismo", nos explica Juan. Por eso, otra de las actividades fundamentales de este lugar son las terapias. "Vienen grupos de niños y adultos para una primera toma de contacto con estos animales. Se utiliza el lomo del borrico como soporte de estimulación, bajo supervisión del médico o fisioterapeuta y se consiguen grandes beneficios físicos y psíquicos. El burro les hace coger confianza".
Pero todo este esfuerzo necesita una apoyo económico y no es fácil. 'Burrolandia' se mantiene gracias a las aportaciones voluntarias de sus miembros fundadores, donativos de visitantes… pero también celebraciones de cumpleaños infantiles, apadrinamientos o venta de merchandising."Vendemos leche, jabones o cremas corporales (todas de leche de burra), que son pequeños ingresos para poder pagar todo el trabajo que hay detrás de este lugar", nos cuenta Juan.
Precisamente por esta razón económica, se puso también en marcha el programa educativo 'Amiburro' para centros escolares y otros grupos. Destinados a niños a partir de los 2-3 años, de lunes a sábados realizan actividades muy diferentes a las que se enseñan en las aulas: desde visitas guiadas a las instalaciones, a clases didácticas y talleres sobre los animales y su cuidado.
El día termina dando un paseo en carro por 3 euros. "Al animal que da vueltas le viene bien hacerlo por orden del veterinario y este es para los niños uno de los momentos que más disfrutan". Es el broche de oro de un completo día. Una visita que es una lección de generosidad y valores.