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Que no es (sólo) un gancho turístico. “No hay otra parte de nuestra geografía que reúna las características paleontológicas que la hagan acreedora de este título”, explica el equipo científico del Museo del Jurásico de Asturias. “Este territorio está delimitado por dos importantes fallas que lo ponen en contacto con rocas mucho más antiguas, pertenecientes al Paleozoico”, añade. Sobre esos materiales sedimentarios y suelos poco compactos, los dinosaurios se paseaban en la era en la que aún se estaban formando los continentes y, con el paso del tiempo, sus pisadas se convirtieron en icnitas.
Esto sucedió entre 201 y 145 millones de años atrás, y aún hoy se pueden encontrar estos fósiles de pisadas, que son el mayor vestigio del Jurásico de Asturias. Aunque no son los únicos, ya que en este litoral abrupto, que comprende los municipios de Gijón, Villaviciosa, Colunga y Ribadesella, se conservan también restos petrificados de vegetales y animales marinos que aquí habitaban.
Junto a faros, al pie de acantilados o escondidos con la pleamar, buscamos los nueve yacimientos de icnitas que están protegidos como Monumento Natural por el Gobierno del Principado desde 2001. Vamos a ser paleontólogos por un día en Asturias.
El punto de partida: el Museo del Jurásico de Asturias. Entre los bosques de eucalipto de la rasa de San Telmo, junto al pueblo de Lastres, se encuentra este espacio científico donde los niños se divierten jugando y descubriendo el universo de los dinosaurios. Un tiranosaurio rex se agazapa junto a los árboles, un braquiosaurio se divisa desde la lejanía con su largo cuello y una pareja de triceratops protege sus huevos.
El MUJA está rodeado por una zona ajardinada con representaciones a tamaño real de una decena de estos grandes reptiles que dominaron la Tierra durante buena parte del Mesozoico, desde 252 hasta hace 66 millones de años. Cuenta, además, con una zona de excavación, donde los peques pueden desenterrar réplicas de huesos y fósiles en la arena, acompañada de carteles explicativos sobre las diferentes especies y sus características.
El parque infantil con columpios se encuentra junto al agradable ‘Café del MUJA’, con una terraza soleada donde las mamás y los papás podrán vigilar a sus “pequeños saurios” mientras disfrutan de las vistas de la costa de Colunga. Aunque parezca difícil entrar en el complejo después de tanto divertimento, especialmente los días soleados, lo mejor aún está por llegar.
Por dentro, “es un recorrido a lo largo del tiempo”, como explica Marta Molleda, coordinadora del MUJA. El edificio del museo es obra del arquitecto Rufino Uribelarrea, que lo proyectó como una gigantesca huella tridáctila de dinosaurio. Su estructura de hormigón está cubierta por otra de cobre, que se vuelve verde con el tiempo, integrándose en el paisaje que lo envuelve. Su contorno se aprecia mejor desde el aire o desde Google Maps, como el de los setos y jardines que comparten este jurásico patrón. Aquí cada dedo es una sala y cada sala un periodo diferente del Mesozoico. Antes de entrar en este viaje hacia el supercontinente Pangea y de continuar la expedición paleontológica, Molleda nos pone en situación. ¿Cuándo aparecieron los dinosaurios?
“Estos reptiles aparecen en el Triásico, hace 228 millones de años, y alcanzan su máximo esplendor en el Jurásico, momento en el que habitan aquí, en Asturias”, cuenta la coordinadora del centro en la entrada (precio 7,21 euros; reducida 4,75 euros). Por aquel entonces el paisaje del Principado era muy diferente a como lo conocemos hoy en día. Así se explica en la publicación pedagógica Un recorrido por la costa de los dinosaurios, promovida por el Gobierno regional.
En el litoral todavía no había acantilados, tampoco montañas en el interior y la orientación de Asturias no era hacia el norte como lo es ahora. Ni siquiera estaba en la misma latitud. Durante el periodo del Cretáceo, hace 66 millones de años, desaparecen la mayoría de las especies. Entre ellas los dinosaurios. “Se cree que una de las causas fue el impacto de un meteorito en lo que hoy sería la zona del Yucatán”, aclara la directora del MUJA.
“A este acontecimiento se sumó una gran actividad volcánica y cambios geográficos y climáticos que generaron una nube de polvo que tapó la luz del sol durante un año”, continúa la científica. Esto provocó la extinción de la mayoría de estos grandes reptiles, que no de todos. “Aún están vivos”, asegura la coordinadora para asombro de los niños. “Los vemos todos los días y los comemos a veces”, añade. “Los terópodos evolucionaron hasta las aves que hay en la actualidad. Cuando comemos pollo, estamos comiéndonos un dinosaurio” concluye Marta Molleda.
Ya en el interior del museo, indagamos en cada uno de sus rincones donde se exponen muestras óseas, moldes de huellas y representaciones de los dinosaurios que fueron apareciendo y evolucionando durante cada periodo. Una estructura de madera escandinava conforma un entramado de arcos que simulan las costillas de un gran dinosaurio y que atravesamos para entrar en este viaje al pasado.
Partimos del Premesozoico al Triásico, pasando por el Jurásico y Cretácico, para continuar hasta el periodo actual. Descubrimos así la evolución de la vida en la Tierra desde sus inicios hasta la llegada del ser humano, haciendo especial hincapié en el Mesozoico o Era de los Dinosaurios, los protagonistas en este espacio de 2.000 metros cuadrados y dos plantas.
“El museo tiene la tercera mejor colección del mundo de huellas de dinosaurio, después de dos de Colorado (EE.UU.)”, explica Marta Molleda. “La mayoría de los fósiles son originales, extraídos de nuestra costa”, añade la coordinadora del MUJA. A excepción de los grandes esqueletos de Plateosaurus, Camarasaurus o la famosa pareja de Tyrannosaurus rex, que dominan cada una de las salas. Niños y mayores descubren el comportamiento de estos reptiles, su reproducción y extinción hasta su hábitat y los diferentes yacimientos alrededor del mundo donde se han encontrado fósiles. ¿El más cercano? Lo tenemos justo aquí delante.
Una vez finalizada la formación paleontológica, solo quedará hacer el trabajo de campo o calzarse las botas, preparar el mapa y buscar en la costa de los dinosaurios las famosas icnitas. Sin embargo, habrá que tener algunos aspectos claros antes de hacerlo.
No esperemos encontrar una huella de tiranosaurio tamaño socavón como en Jurassic Park, ni hacerlo al lado de la carretera. “En algunos casos, incluso, habrá que echarle un poco de imaginación”, advierte Molleda. La gran mayoría de los yacimientos se encuentran al pie de acantilados o en rincones playeros a los que solo se puede llegar con la bajamar.
Para coleccionar los nueve que componen el Monumento Natural hará falta una buena condición física, una tabla de mareas y calzado adecuado. “El más sencillo de encontrar, sobre todo con niños, es el de la playa de la Griega”, explica la portavoz del Museo del Jurásico. Este arenal, situado a cinco minutos en coche del MUJA, “tiene las mayores huellas del mundo encontradas de un dinosaurio del Jurásico”, concluye la investigadora.
La Griega conserva el yacimiento más accesible y espectacular del itinerario. Atravesamos el río Liberdón para caminar por el sendero señalizado que bordea el bosque y va ascendiendo por un pequeño acantilado con vistas al largo arenal y al pueblo de Lastres, encaramado en la ladera. En algo menos de un kilómetro de cómodo paseo descubrimos las escaleras que descienden hasta este vestigio de la era mesozoica.
La pasarela de madera muestra desde lo alto las pisadas de hasta 130 centímetros de contorno circular que pertenecieron a un gran saurópodo (dinosaurio cuadrúpedo y herbívoro), que caminó por aquí hace 150 millones de años. A pesar del desgaste de la erosión y de la acción tectónica, se pueden distinguir con facilidad estas huellas fosilizadas sobre el suelo calcáreo, además del rastro de otro dinosaurio, en este caso un cuadrúpedo más pequeño que se desplazó por lo que era una laguna costera.
Además del de la Griega, el de Ribadesella es el más apto para descubrir en familia. Buscamos este yacimiento en el extremo occidental de la playa de Santa Marina, donde un panel informativo indica que estamos en territorio jurásico. En una de las paredes de la playa encontramos con facilidad icnitas de bípedos y cuadrúpedos, además de fósiles de moluscos bivalvos. Desde el mirador, situado al final del paseo marítimo, se encuentra una gran laja de caliza arenosa donde se aprecian varios rastros de dinosaurios cuadrúpedos y algunas huellas de terópodos (bípedo y carnívoro).
Los más aventureros podrán descubrir icnitas en otras localizaciones de este litoral, como en la Playa de Merón (Villaviciosa), con impresiones de los pies y las manos de un saurópodo en la base del acantilado. En Tazones, el entorno del faro y del puerto conserva fósiles de huellas, como en los acantilados de Luces y el mirador de San Roque, en Lastres. Otros precipicios, como los de Tereñes guardan varios rincones con decenas de marcas de paso de dinosaurios como sucede en la playa de Vega, en Ribadesella.
MUJA - Rasa de San Telmo, s/n. Colunga, Asturias. Tel. 985 86 80 00.
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