Actualizado: 21/03/2019
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Si tu hijo se vuelve loco por ayudarte a montar la nata, hacer la pizza o preparar ese yogur con nueces y miel... no lo pienses más. Dale el gusto y llévale al curso de cocina en el Mercado de Abastos de Vitoria para que se convierta en el mejor pinche que jamás hayas podido imaginar. Quién sabe, quizá dentro de unos años esté recogiendo su Sol de la Guía Repsol.
Sábado por la mañana. Estamos en el Mercado de Abastos de Vitoria, a solo diez minutos andando del casco histórico, y de la Plaza de la Virgen Blanca. Los niños pasean dispersos por todos los puestos en busca de lo necesario para hacer el plato de hoy: canelones de calabaza.
En el trayecto saludan a las langostas vivas que hay en el acuario de la pescadería (que mueven sus antenas como respuesta) y aprenden cómo es una calabaza de 2 kilos de la frutería 'Los Riojanos'. Sus verduras brillan con luz propia mientras su propietaria, María José, explica a los niños cómo son las típicas alubias rojas de Álava.
Estamos eligiendo los productos que cortaremos, mezclaremos y cocinaremos minutos más tarde. Y los niños están emocionados con la idea de convertirse en pequeños chefs. Es una de las propuestas del Mercado de Abastos de Vitoria: cursos de cocina en familia. "Empezamos a realizarlo pensando en formar a nuestros clientes de mañana, que son los niños de hoy. Siempre se compra el producto en los comercios y luego se cocina arriba", nos cuenta Eloy López de Zoronda, director del mercado.
"También hay cursos para niños de 7 a 12 años, que cocinan solos e incluso para adultos entusiastas que quieran aprender junto a un buen rioja alavés. Así, llegan a hacer platos de estrella Michelin, cocina vasca o japonesa", nos cuenta Eloy. La organización puede presumir de una iniciativa muy original ya que es el único mercado en España, junto con el de La Boquería en Barcelona, que ofrece cursos de cocina en sus instalaciones.
Los espacios se reinventan y convierten al mercado de toda la vida, ya no en lugar de paso obligado, sino más bien en un sitio donde pasar un buen rato. El Mercado de Abastos de Vitoria empezó a modernizarse en el año 2012, cuando se realizó una reforma que les abrió a la ciudad y le dio ese estilo de mercado de lujo con lugares para comer que tanto está triunfando en nuestra geografía.
Antiguamente, en este mercado no se veía la luz de la calle, pero ahora sus paredes de cristal permiten una mayor visibilidad y una inundación de luz, convirtiéndolo en algo mucho más acogedor. "Todos los locales están llenos y hay una media de 40.000 clientes mensuales, que en navidades pasan a ser hasta 55.000", remarca el precursor de esta gran transformación.
Los niños se quedan embelesados en cada uno de estos puestos, cuidados y mimados al milímetro, donde trabajan 250 personas. Les llama poderosamente la atención las patas de cerdo que hay en uno de los mostradores y no pueden evitar tocar ese pez negro y feo con dientes puntiagudos que descansa sobre el hielo de la pescadería.
A pesar de que el queso Idiazábal, los chuletones vascos, los perretxicos, las trufas o el txakoli son algunos de los productos preferidos por los adultos, estos pequeños detectives han sido capaces de olfatear y llegar hasta las galletas de chocolate que hay en el puesto de de Tycho Vanderbergh. Tycho es un bailarín belga que dejó los escenarios para montar junto a su mujer (también bailarina) una zona delicatessen con más de 50 tipos de quesos de toda Europa.
Ahora que tenemos las galletas y el resto de productos de nuestra lista ya estamos preparados para ponernos el delantal y ocupar nuestro puesto en los fogones. Eneko Otxoaderibe, el cocinero que nos guiará con la receta de hoy, nos recibe en la clase donde los más pequeños preparan arroces, pizzas, bizcochos y helados.
"Dependiendo de la edad de los niños se pone el nivel. Algunos necesitan un poquito más de ayuda y otros están completamente sueltos y se les nota confiados", explica mientras reparte la cebolla en las sartenes. La edad mínima para venir en familia es de 5 años y si vienen solos, de 7.
Los niños ya han encendido el fuego y echado un poco de aceite en las sartenes y ahora, con la cuchara de madera, pochan la cebolla con paciencia. Para muchos, es la primera vez que se acercan tanto a una sartén y sus caras de satisfacción lo dicen todo. Se sienten mayores, importantes, y autosuficientes. Los padres supervisan prácticamente sin intervenir. Hoy es el turno de los más pequeños.
El que se desenvuelve en la cocina de maravilla es Jon Inchaurralde, que se planta ante la sartén con la experiencia de un adulto desenvuelto. Tiene 9 años y ha venido con su madre. Mezcla la cebolla, el tomate, la nata, el pollo y la calabaza con enorme habilidad, hasta que está todo listo para repartirse en los canelones. Ahora sí, llega la parte más difícil: enrollarlos. Dos por cada niño. El pequeño banquete entra en el horno y ya solo queda esperar unos minutos.
Los canelones a Jon le han parecido sencillos y está dispuesto a repetirlos en casa bajo la resignación de su progenitora, ya acostumbrada a que su hijo se ponga al mando en la cocina. "Me gusta cocinar desde verduras hasta comida rápida", nos cuenta con una sonrisa este simpático niño, que ya ha asistido a más cursos de cocina y que perfectamente podría ser un participante de Masterchef Junior.
Unos minutos más tarde ya podemos degustar los diferentes matices de este maravilloso plato. Sin duda, una experiencia inolvidable tanto para padres como para hijos. Y es que no es ningún secreto: cocinar es mejor si se hace en familia y todo sabe más rico con grandes dosis de amor.
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