Actualizado: 06/02/2019
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La ruta gastro de los Reyes y las Infantas
Pasar un día en la granja debería ser actividad obligatoria al menos una vez al año para todos esos niños urbanitas tan poco acostumbrados a ver, acariciar o dar de comer a gallinas, conejos o patos. Las granjas infantiles 'El Álamo' y 'Giraluna', en la carretera entre Brunete y Boadilla (Comunidad de Madrid), son excelentes opciones para pasar una mañana en familia y entrar en contacto con la naturaleza.
Cuando a Margarita Jaraiz la destinaron como maestra a Madrid y llegó con su marido veterinario se sorprendió al ver que los niños no sabían muy bien de dónde venía el queso ni conocían el olor del aceite o del pan recién hecho. Los niños a los que ella enseñaba cuando salían del colegio pasaban sus ratos libres ensimismados en las maquinitas de los recreativos; algo impensable en el pueblo de Extremadura de donde ella venía.
"Se me ocurrió acercar un poco la vida del pueblo a Madrid. Los niños llegaban a la granja, veían un huevo de avestruz y pensaban que era un huevo que había puesto la vaca", rememora Margarita entre risas mientras nos asegura que hoy en día pasa exactamente lo mismo. "Hay mil anécdotas, también de ahora, ¿eh? Tú le pides a un niño que pinte un pollo y te lo pinta envasado. Los niños de ciudad estudian lo que es un mamífero y lo memorizan pero si no tienen vivencias, no lo identifican", añade.
Un pequeño terreno en El Álamo fue el principio de este sueño. "Los comienzos fueron difíciles, ya que hace 35 años la idea de llevar a los niños a la granja era algo demasiado novedoso y era mucho más difícil darse a conocer", nos explica esta mujer, que ha dedicado toda su vida a acercar la vida rural a la ciudad y que a día de hoy le parece casi imposible lo que ha conseguido. "Yo terminaba a las tres de la tarde en el colegio y me iba a trabajar a la granja hasta las 12 de la noche o una de la mañana. No nos dábamos cuenta de que nos quedábamos sin vacaciones de lo mucho que disfrutábamos ahí".
Todo ese trabajo se ha convertido en un proyecto formado por dos granjas: 'El Alamo' y 'Giraluna', que actualmente dirige su hija Marga Gómez con el mismo cariño y dedicación. Situadas una junto a la otra en la carretera que une Boadilla con Brunete, en ambas se organizan planes de familia los fines de semana. Una oportunidad fantástica para que los niños entren en contacto con el medioambiente.
Llegamos a 'Giraluna' un sábado por la mañana a la hora acordada. Es obligatorio tener una cita reservada ya que, dada la afluencia de público, hay varios turnos dirigidos por diferentes monitores que van explicando las peculiaridades de cada uno de los animales. "Es la única granja adaptada completamente para un público infantil, perfecta para niños de hasta 3 años", nos explica Marga.
Unas setas gigantes dan la bienvenida a los más pequeños y los sumergen en este mundo lleno de magia y fantasía. Estas casitas con forma de seta son el hogar de diferentes duendes. El duende panadero, el lechero o el alfarero viven ahí. Como si del cuento de Hansel y Gretel se tratara; en 'Giraluna' también hay casitas decoradas con piruletas, caramelos y otras golosinas. Además, tienen incoporados mini toboganes para regocijo de los niños.
Los conejos son los primeros en recibir su entusiasmo: los abrazan y acarician bajo la supervisión de los padres que les recuerdan que hay que tratarlos con muchísimo cuidado. Solo hay que verles la cara de emoción cuando Mariví Molino, una monitora que lleva más de diez años aquí, se dirige a ellos. "Vamos a darles de comer... Si nos quedamos quietos, ellos se van a acercar a la comida". Los niños se quedan en cuclillas y efectivamente, los animales tardan pocos segundos en acercarse a comer.
Perseguir a las gallinas e intentar coger una también es divertido. Son esquivas. Por eso cuando Emilia, una niña de tres años consigue tener entre sus manos a una no se lo cree. "No se mueve", le dice a su madre mientras la gallina se queda con la niña como si estuviera hipnotizada.
Una vaca y su ternerito también esperan a los niños entre lametones. "Este ternero nació un viernes por la tarde delante de unos niños que habían venido de excursión con el colegio. Fue muy emocionante y para ellos toda una experiencia", recuerda Mariví, que nos explica que en ocasiones los niños también tienen la oportunidad de ordeñar estas vacas de más de 700 kilos que se ven inmensas a su lado. Hoy las dan de comer paja, hierba y pan, y cuando los padres se despistan, los niños se llevan un trozo de pan a la boca. "¡Oye, que ese pan es para los animales!", le dice una de las madres a su hija.
Jamoncito, un cerdo vietnamita se acerca a saludarnos. Como si fuera la mascota de la granja campa a su aire con total libertad por todo el recinto. Quiere recibir su dosis de atención. Es sin duda una de las estrellas indiscutibles del lugar. "Es negro", dicen los niños sorprendidos. "Si.. ¿Has visto? No es rosa como los del cuento de Los tres cerditos...", dice un padre mientras acerca en brazos a su hija de dos años al animal. Los más valientes que se atreven a acariciarle también se sorprenden de cómo es su piel al pasar la mano por el lomo. "¡Pincha un poco!", exclaman entre risas.
Avanza la mañana y los niños van aprendiendo cómo es el tacto de cada uno de los animales y otras peculiaridades, como por ejemplo que los conejos se arrancan el pelo para hacerles una cama caliente a sus hijos cuando está próxima su nueva camada. También enseñan que se obtiene de cada uno de ellos, de dónde viene la leche del desayuno o la lana de la ropa.
"Son animales que han nacido aquí y que tienen tan asimilado el contacto con los niños que, por ejemplo, el corderillo les persigue y va detrás de ellos", nos cuenta Margarita. En estas granjas encontramos los típicos animales de granja pero también hay otras especies más de bosque como ciervos, gamos, avestruces, zorros y también aves rapaces; lechuzas, águilas... "Este es un bebé lechuza, al que hemos criado en la oficina. Os puedo enseñar una foto en la que lo tenemos durmiendo en el sofá y otra dándole el biberón", recuerda la monitora mientras los pequeños entran en la jaula a tocar al animal que a pesar de tener solo dos meses de vida ya es bastante grande.
Este año, además, en la granja 'Giraluna' han empezado a hacer el programa de la prehistoria y hay unas cabañas de paja donde explican esa época. "Tenemos una cueva donde contamos el paleolítico y luego cómo hicieron los poblados y se asentaron. Tenemos la molienda, otra cabaña para hacer vasijas de barro y otra para curtir pieles", explica Mariví mientras los niños investigan.
Después de ver todos los animales, en ambas granjas los niños pueden disfrutar de un paseo en poni y los más mayores, dar una vuelta a caballo, siempre que los padres se animen. Además cada mes hacen una temática distinta para los talleres. "Este mes es del trigo al pan. Vamos al molino, molemos en unos molinos antiguos y con la harina hacemos el pan que los niños se llevan de recuerdo a casa", explica Marga a la vez que los niños amasan y se llenan de harina, "y mientras el pan se hace les damos a media mañana un aperitivo a los padres compuesto de migas, tortilla… y para los niños una comida completa con croquetas y empanadas para que se vayan comidos".
Sustituir el asfalto y los atascos por una visita a cualquiera de estas granjas, donde un montón de animales, duendes y setas gitantes esperan a los más jóvenes; una opción perfecta para un fin de semana en contacto con la naturaleza cerca de la capital.
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