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Ganas de salir desde hace muchos días, pero –después de un esfuerzo de contención importante–, por fin, tienen una hora para atravesar la puerta de casa, moverse en un kilómetro a la redonda y con un solo adulto. "Quiero ver la calle y sentirme libre", grita una de las niñas en casa, mientras la hermana termina de peinarse. Dos días preparando las mascarillas, que han customizado ellas mismas, la ropa y decidir si se sale con bicicleta o no. Al final, regresan a su mayor lamento: "Lo malo es que no podemos juntarnos con otros niños".
En cualquier caso, no importa la zona en la que vivas, si es pueblo o ciudad, el deseo de correr más allá de la cocina y el salón iguala a muchos niños del país. Por eso, te proponemos unos puntos que pueden adaptarse a todos los lugares y a casi cualquier edad con ligeras modificaciones. Lo importante es que los menores aprovechen estas salidas para jugar, desconectar del encierro, aprovechar el espacio abierto y que no la interpreten como una especie de terapia. En nuestro caso concreto, nos movemos por el barrio de Tetuán, más concretamente entre la zona de Bellas Vistas y Cuatro Caminos. Un filón si sabes dónde mirar.
Antes de salir, aprovecha para explicar las normas del juego, que coincidirán irremediablemente con las impuestas por el Gobierno. Se puede empezar con 10 puntos, de regalo solo por atravesar la puerta, e ir incrementándolos a medida que pasan los minutos sin tocar nada, por ejemplo, o con la pérdida de ellos para el que se la salte. Cuando la situación se descontrole, en el caso de los más pequeños, se puede proponer caminar en fila india durante un rato, hasta que el objeto de deseo desaparezca de sus ojos. Y, tomen nota, porque aunque parece fácil, en la primera salida el comentario más repetido de algunos padres era: "No toques nada".
Igual de difícil, por la falta de costumbre, es obligarlos a cumplir la distancia de seguridad con otras personas. En casa no han tenido que respetarla, salir a la calle y asumir esto como nueva forma de interactuar les resulta difícil. Aquí incrementa sin miedo el número de puntos a ganar: 20 puntos con los desconocidos; 25 si son personas mayores; 30, si consigues mantenerla con algún amigo o compañero de colegio que te encuentres por la calle.
Si investigas un poco antes de salir de casa sería interesante, especialmente si eres de esos que caminan sin saber por dónde pasas. En esta fase del juego, lo mejor es saber qué vamos a ver cerca de casa: esculturas, iglesias, palacios… Con los más pequeños identificarlos y saber cómo se llaman podría ser suficiente. Con los más mayores, se puede entrar en detalles.
En nuestra ruta de hoy, se encuentra el Palacio de Maudes, antiguo Hospital de Jornaleros construido en 1916. Después de muchas idas y venidas, ahora es la sede de la Consejería de Ordenación del Territorio, Medio Ambiente y Vivienda. Lo cierto es que está cerrado, pero verlo desde fuera, admirar su arquitectura, puede dar para un ratito interesante.
¡Cuánto los hemos echado de menos! A lo largo del recorrido, los árboles, las plantas y las flores se pueden contar e identificar. Es primavera y casi no nos habíamos dado cuenta. Caminando por Bravo Murillo una hilera a derecha e izquierda nos acompañan durante todo el trayecto, pero sorprende la variedad de diferentes árboles si callejeas un poco o te adentras en alguna plaza.
Si no eres un gran conocedor del mundo vegetal, hay multitud de apps que te ayudan con la identificación. Y si el nombre te importa un pimiento, observar atentamente sus hojas, sus flores y buscar el canto de algún pajarillo ya es lo suficientemente entretenido.
Los parques continúan cerrados para evitar la concentración de menores, para beneficio de los padres que también se ahorrarán el llanto posterior cuando hubiera que abandonarlos con menos de una hora de juegos. Pero, donde esté una plaza donde echarse unas carreras puede ser el cordón de oro al itinerario. Lo malo es que esta idea se le ha ocurrido a todos los padres del barrio, y las bicicletas, patines, monopatines y balones abundan en cualquier espacio abierto con más de 40 metros cuadrados.
Aquí es donde el distanciamiento parece más difícil de cumplirse entre los niños. Aparece un compañero del colegio, un amigo del barrio o un niño cualquiera con el que divertirse como si se conocieran de toda la vida. Eres el adulto, presiona y si necesitas redoblar los puntos del juego, ahora es el momento. Fomenta las carreras o paseos rápidos que impliquen esquivar a otros menores. Y si ves que es imposible, elige otra hora para salir con los niños.
¿Cuántas veces jugamos de niños a no pisar raya mientras caminabas por la calle? ¿O a pisar solo los grises o solo los rojos? Pues ahora, lo mismo, pero sumándonos al juego para que no se le haga pesado a los más mayores, que se aburren antes.
Sin embargo, para volver a casa y durante diez minutos puede ser una buena forma de dar saltitos o andar de puntillas… básicamente, de mover el cuerpo.
Cuando toque regresar a casa, es probable que los niños insistan en esta pregunta: "¿Ya ha pasado una hora? ¿Estás segura?". Para mantenerlos entretenidos, fíjate en los balcones y ventanas. Les gustará saber que muchos se han dedicado a dejar mensajes a los vecinos durante el confinamiento.
Otra opción es elegir las calles menos conocidas para regresar a casa e, incluso, dejar que sean ellos los que marquen la ruta de regreso.
Y al día siguiente, recuerda que tienes otro kilómetro hacia la derecha o la izquierda, hacia arriba o hacia abajo. Elijas lo que elijas, que sea en dirección contraria a la que seguiste el día anterior. Y con un poco de suerte, no dará tiempo a agotar las fórmulas antes de que se acabe, por fin, el confinamiento.
Una vez en casa, no olvidéis lavaros las manos, desinfectar los juguetes y contar los puntos que han acumulado durante la salida. Mientras hacemos repaso de la salida, suena la frase del día: "Necesitaba salir ya a la calle y, fíjate, no me había dado cuenta".
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