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El turismo al aire libre, donde se incluyen senderismo, mountain bike, montañismo, descenso de barrancos, vías ferratas y escalada, entre otros deportes, es uno de los sectores que registra más demanda de los usuarios.
La mayoría de estas actividades tienen un pequeño 'pero': se desarrollan en un medio que no conocemos demasiado bien y en el que se registran cambios importantes, como las tormentas estivales, que pueden ponernos en apuros. De aquí la conveniencia de practicarlos siempre con un guía o monitor especializado conocedor del lugar, que prevenga estos inconvenientes.
Existe, sin embargo, una actividad al aire libre accesible para todos los públicos: el senderismo por caminos accesibles, sencillos, señalizados y sin dificultades. Ofrecemos una selección de los lugares más recomendables de nuestra geografía en los que podemos darnos un paseo por la naturaleza más amable y hermosa.
No es exagerado señalar que si no es la mejor vía verde de España, le falta poco. Sobre todo para público familiar con niños pequeños. Por su recorrido, por los servicios que acoge, por su absoluta ausencia de dificultades, por estar bien comunicada con autobuses públicos y por recorrer los hermosos parajes del Parque Natural del Urkiola. Tanto es así, que lo habitual es cruzarnos con alguna pareja que lleva a su pequeño en un cochecito de niños.
Recorrido por el valle vizcaíno de Atxondo, por el viejo trazado de la locomotora minera Aurrera, entre Arrazola y Apatamonasterio. Vía en la que solo se permite el paso al caminante, no a ciclistas. Cuenta con áreas de descanso, baños públicos, áreas infantiles, miradores y paneles explicativos. Cinco kilómetros si se hace en un solo sentido, pudiendo regresar en un autobús público al punto de partida.
En el año del Camino Lebaniego, San Vicente de la Barquera y el monasterio de Liébana, en Potes, los Picos de Europa cántabros y el valle de Liébana está más de moda que nunca. La opción turística por excelencia de la comarca es el teleféricode Fuente Dé. Solo la subida merece la pena. Los pasajeros, en especial los más pequeños viven una experiencia inolvidable en el corto vuelo de poco más de tres minutos, que les lleva ochocientos metros por encima del valle. Al mundo de la alta montaña de los Picos de Europa.
No hay nada que temer. En verano los Picos son asequibles por algunos senderos y caminos. El más recomendable es la cómoda pista que, sin la menor dificultad, lleva en un kilómetro escaso hasta la Horcadina de Covarrobres. Hay que cruzarla y asomarse a la otra vertiente para contemplar los prados de Áliva. Los más entrenados pueden continuar. A partir de este momento y hasta el final irán siempre cuesta abajo. Pasarán junto al Chalet Real, donde durmió Alfonso XII a finales del siglo XIX y concluir en la localidad de Espinama, en un recorrido de 11,5 kilómetros. Ni que decir tiene que la ruta debe evitarse ante la menor sospecha de mal tiempo.
Este angosto desfiladero, incluido en el Espacio Natural de la Yecla, en Burgos, es un estrecho en miniatura, abierto por el riachuelo El Cauce a través de un murallón calizo, cuya hendidura tiene tramos con apenas dos metros de anchura. A pesar de sus dimensiones recoge todo lo que necesita un espacio de su naturaleza. Verticales paredones por los que trepa la vegetación, un curso de agua con sugerentes saltos y pozas y una abundante fauna entre la que destacan más de 100 parejas de buitres leonados.
La ruta recorre de punta a punta el estrecho a través de un sendero perfectamente acondicionado mediante puentes, túneles y pasarelas que no encierran peligro. La ruta en sí es muy breve, unos 600 metros, por lo que debe complementarse con visitas a otros lugares naturales de interés como el sabinar de Las Mamblas, el valle del Arlanza y la Meseta de Carazo. Aunque lo que aquí resulta imprescindible es acercarse a la vecina Silos y su monasterio.
Naturaleza e historia son las dos palabras que mejor resumen esta excursión de la zona centro clásica donde las haya. Los restos de la importante vía romana que hace dos mil años unía Segovia con Collado Mediano, son de los mejor conservados de su clase. Desde el fondo del valle de Fuenfría llevan hasta el puerto de la Fuenfría, por donde también pasa el ramal madrileño del Camino de Santiago.
Algunos tramos de la calzada, como el del puente del Descalzo, en su inicio, han sido restaurados y muestran un aspecto imponente, a otros el paso de los siglos los ha deteriorado bastante. Recorrido de cuatro kilómetros algo esforzado por el desnivel que salva, unos 400 metros, pero de enorme belleza, pues transita por el interior de los frondosos pinares del Valle de la Fuenfría, en Cercedilla, incluidos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
La Sierra de Guara, en Huesca, es conocida por sus imponentes cañones y desfiladeros, que la han convertido en el mejor lugar del mundo para practicar barranquismo, esto es, el descenso de barrancos. Las pasarelas del Alquézar descienden uno de estos barrancos, pero lejos de los deportes de aventura, lo hace de una manera apta para todos los públicos.
Nada de rapeles, saltos vertiginosos a pozas, inciertos toboganes ni sospechosos túneles acuáticos. Aquí solo hay que andar por el sendero acondicionado por el programa Caminos Naturales, que ha llenado de pasarelas, escaleras, puentes y toda clase de elementos del recorrido, hasta eliminar la menor dificultad. El único riesgo es resbalarse en alguna piedra especialmente pulida por el paso de las numerosas personas que lo transitan.
Con inicio y final en Alquézar, capital de la Sierra de Guara, es un trazado circular que acumula 300 metros de desnivel y cuatro kilómetros de paseo. Se recorre en hora y media, a través de barrancos selváticos, colgados en una pared sobre el río Vero y pasando al pie de saltos de agua.
Este estrecho abierto por el río Noguera Ribagorzana es la frontera natural que separa Aragón de Cataluña, entre las provincias de Huesca y Lleida. Se trata de un profundo tajo dado en la Sierra del Montsec, que supera en algunos puntos los 500 metros de desnivel. Por una de las paredes, la del lado catalán, circula un sendero horadado en la roca viva que lo recorre de punta a punta.
El acceso más recomendable está en su lado norte, en el aparcamiento de La Masieta, donde hay que pagar 4 € por dejar el vehículo. Aquí empieza el paseo hasta la entrada del desfiladero, para lo cual hay que cruzar un espectacular puente colgante. El ancho sendero no tarda en alcanzar el congosto. Lo recorre por el camino tallado en mitad de la pared caliza, que cuenta con pasamanos y una anchura suficiente para no sentir vértigo.
Obvia decir que esta ruta no es para dejar a los niños sueltos. Recomedada para mayores de 10 años, los más pequeños deben estar vigilados en todo momento por sus padres. Cada cierto tramo hay bancos para sentarse a descansar y contemplar el impresionante escenario. Una vez recorridos tres kilómetros y medio, el valle se abre sobre el embalse de Canelles.
Mide solo 332 metros de altura sobre el nivel del mar, pero se contempla desde toda la comarca alicantina de la Marina y es el símbolo de la Costa Blanca. Este pitón rocoso unido a la costa por un istmo, tiene un elevado interés natural por lo que fue declarado espacio protegido hace 30 años. En el Centro de Visitantes situado a la entrada del parque natural cuentan su historia.
Alcanzar su cima tal vez sea la excursión más frecuentada de la Comunidad Valenciana. Y este puede ser su único inconveniente, la cantidad de gente que la recorre. La solución es sencilla: madrugar. Desde que el año pasado se mejoró la ruta de subida, ha ganado en seguridad. La ruta tiene dos partes, la primera hasta la entrada al túnel que cruza la muralla de roca. La segunda que lleva desde la salida de dicha oquedad hasta la cima, llamada Mirador de los Carabineros, a través de una amplia tartera por la que el sendero trepa con sucesivas curvas.
Debe hacerse con calzado de suela adherente, protección solar y agua abundante. El tramo de piedras que lleva al punto culminante debe recorrerse con cuidado, en especial con los más pequeños. Algunos pasajes son muy resbaladizos, sobre todo en el interior del túnel. En total cinco kilómetros y 150 metros de desnivel que nos ocuparán una mañana.
El más popular de los barrancos alcarreños alcanzó fama en los años 70 gracias a Félix Rodríguez de la Fuente. En la hoz de Pelegrina, en la cabecera de este río, instaló uno de sus campamentos, donde mantenía a sus animales troquelados para rodar la serie televisiva Fauna Ibérica. Desde entonces está considerado uno de los parajes más hermosos de la provincia de Guadalajara.
Para alcanzar la hoz de Pelegrina hay que empezar a andar en esta tranquila localidad que se alza sobre un cerro. En descenso desde el pueblo, no se tarda en alcanzar el fondo del barranco. Lo recorre un largo camino por todo su cauce, incluido en el Parque Natural del Barranco del Río Dulce. No hay más que continuar a mano izquierda por un bosque de ribera junto al río.
Tras pasar al pie de una caseta, que recuerda a Rodríguez de la Fuente, cruzar el río por un vado hasta alcanzar el final del barranco. Cerrado por altos paredones calizos, por cuyo centro se desploma la cascada del Gollorio. El acceso a la base de este salto de agua es algo complicado, al tener que trepar entre piedras por lo general húmedas. Ruta ideal para el otoño, por el color que adquiere la hojarasca de sus bosques, tiene cinco kilómetros ida y vuelta, que nos llevarán un par de horas sin contar las paradas.
Construido por los árabes en el siglo VIII sobre lo que llamaron Al-Mofraga, esto es 'El Abismo', de donde ha derivado el nombre de Monfragüe que tiene este parque nacional, la subida a esta castillo es una excursión corta y con atractivos.
Se alza esta fortaleza venida a menos en la cumbre del cantil que cumbrea el llamado Salto del Gitano, el paraje más espectacular del primer espacio natural protegido de Extremadura. Trozos de muralla, un aljibe y dos torres es lo que queda. Junto a ellas una pequeña ermita encalada que aporta encanto al conjunto, además de ser el cobijo de la Virgen de Monfragüe, patrona de la zona.
El camino más breve arranca del aparcamiento situado a los pies del cantil del castillo. Apenas unos minutos para alcanzarlos. Suficiente para disfrutar del amplio panorama de la dehesa extremeña partida por el Tajo. Más interés tiene la ruta que arranca en la Fuente del Francés y asciende por la ladera cubierta de monte mediterráneo.
Empieza en este punto situado junto al puente que cruza el Tajo desde Villarreal de San Carlos, donde hay un aparcamiento para los coches y llega en tres kilómetros y 250 metros de desnivel al castillo. De regreso, es obligada una parada en el mirador del Salto del Gitano, para contemplar la impresionante pared en la que viven decenas de parejas de buitres y otras aves rapaces.
La ruta más popular de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, en Jaén, es la que lleva al nacimiento de este río. Los 22 kilómetros de ida y vuelta que tiene su recorrido íntegro es demasiado para una ruta familiar. Tiene, sin embargo, una primera parte que además de ser la más interesante, su distancia de algo más de 8 kilómetros, ida y vuelta, junto con su escaso desnivel, la hacen muy accesible.
Desde el Centro de Interpretación de la Torre del Vinagre se sigue la carretera hasta una cercana piscifactoría, donde surge una pista que marcha junto al río Borosa. Alcanzado el puente de los Caracolillos se cruza el cauce. Más adelante se cambia otra vez de orilla para entrar en la parte más espectacular de la ruta, la Cerrada de Elías. Este desfiladero se recorre por pasarelas de madera, hasta desembocar en una pista forestal, desde donde se regresa al punto de partida.
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