Compartir

No te pierdas ningún destino

Crea tus rutas, encuentra y guarda los mejores destinos con nuestra App.

Descargar app
{{title}}
{{buttonText}}
Niños en el Museo de las Ilusiones

El Museo de las Ilusiones (Madrid)

No creas lo que ven tus ojos

Actualizado: 02/05/2021

Fotografía: Alfredo Cáliz

En el Museo de las Ilusiones de Madrid nada es lo que parece. Abre bien los ojos, concéntrate y déjate llevar por lo que te muestra tu mente, aunque no lo acabes de comprender. Tan pronto estarás colgado del techo de una habitación, como jugando con tu propio clon a los naipes o cambiando de tamaño según te mueves por un cuarto. Una aventura sensorial y divertida que pone a prueba a toda la familia.
Acierta con las sugerencias de Guía Repsol y gana hasta 100€
Descargar App

Muy cerca de la plaza Tirso de Molina, frente al Teatro Fígaro, el pequeño 'Museo de las Ilusiones' zambulle a niños y mayores en un universo plagado de efectos ópticos, cambios de percepción, juegos mentales, estereogramas e imágenes en 3D que harán frotarnos los ojos en más de una ocasión para intentar adivinar qué hay realmente ante nosotros. Porque no siempre nuestro cerebro comprende lo que ven nuestros ojos.

Un hombre mira fijamente una ilusión óptica en la pared.
Abre bien los ojos y déjate llevar. La sorpresa está garantizada.

El caleidoscopio gigante es solo el aperitivo de este museo que abrió sus puertas en junio de 2020, en plena pandemia. Nadie se resiste a asomarse entre sus pequeños espejos y ver multiplicada simétricamente su cara. El efecto es algo psicodélico, lo que prepara tu mente para lo que llega después. Los niños que no alcanzan, se aúpan entre ellos, aunque su atención pronto cambia hacia otra de las ilusiones: la "cabeza en bandeja". Comienzan las risas nerviosas, los pequeños no acaban de entender por qué su cabeza flota sobre un plato y un cuerpo inexistente.

Diferentes tipos de ilusiones ópticas y juegos con niños.
El museo propone más de 50 ilusiones a pequeña, mediana y gran escala.

Llegan las primeras preguntas, que no cesarán durante toda la visita. La curiosidad de los más jóvenes se ha disparado y su atención es máxima. Entran corriendo en el Cuarto Infinito, donde sus cuerpecillos se multiplican gracias a la inmensidad de espejos que te hacen mirar hacia todos los lados, sin ser capaz de fijar la vista en un solo punto. Un espacio donde mejor no ligársela a un pillapilla.

Niños jugando en una mesa frente a unos espejos
Aquí tu rival eres tú mismo.

Y de ahí se van directos al Cuarto Invertido, donde es posible caminar por el techo y toda pose da un giro de 90 grados al verlo en el móvil. Al lado, la silla de Beuchet, que "encoge" a la persona que se sienta en ella, debido a que tu cerebro no es capaz de medir bien los tamaños y proporciones por la disposición de los objetos. La foto es de lo más divertida, sobre todo cuando son los papás los que parecen diminutos bajo la figura de sus hijos.

El cuarto Invertido y la silla de Beuchet.
Prepara tu móvil para el cuarto Invertido y la silla de Beuchet.

"La idea de este espacio surgió en Zagreb (Croacia) en 2015", cuenta Jacquelin Mendes, responsable de marketing del museo. "Fueron unos chicos que, apasionados por el mundo de las ilusiones ópticas, decidieron crear un espacio donde compartir esta magia. La iniciativa gustó tanto que pronto se quiso replicar en otras ciudades. Hoy, las franquicias del Museum Of Illusions están presentes en urbes de todo el mundo como Atenas, París, Estambul, Viena, Toronto, Chicago o Nueva York, entre otras", detalla.

La ilusión de la foto: vuelve la mitad del rostro de una persona en su perfil.
La ilusión de la foto: vuelve la mitad del rostro de una persona en su perfil.

La aventura sensorial continúa en la siguiente planta, con más de 50 ilusiones a pequeña, mediana y gran escala. Todas incluyen un cartel explicativo que hacen que la visita también tenga un punto didáctico, iniciando a los visitantes en el fascinante mundo de la psicología, interactuando y experimentando. Como ocurre, con el Jarrón de Rubin, ideado por el psicólogo danés Edgar Rubin en 1915; o la ilusión de Jastrow, que percibe dos imágenes idénticamente iguales como si fueran de distinto tamaño; o el blivet, un objeto que tu cerebro interpreta como tridimensional, cuando en realidad es bidimensional; o la Espiral de Frasier, que poco tiene de espiral.

Diferentes actividades del museo
En cada rincón te espera un nuevo desafío.

En las paredes, varios estereogramas colgados te retan a descubrir qué imagen hay tras de ellos. A simple vista todo es plano, pero según juegas con la distancia, tu vista desenfocada adivina una imagen tridimensional escondida. Prepara el móvil, porque las ilusiones fotográficas son otro desafío que solo podrás descubrir a través de su pequeña pantalla: sus trucos creativos confundirán tu mente y crearán falsas percepciones de cosas que realmente no están ahí.

Discos en blanco y negro que no paran de girar.
Cuidado con hipnotizarte con estos discos en blanco y negro que no paran de girar.

Los rostros huecos y cóncavos no te quitarán ojo cuando camines a su lado; y los hologramas cobrarán vida, aunque no podrás tocarlos. En la Mesa de los Clones –aparentemente redonda– podrás jugar a las cartas con cinco gemelos idénticos a ti, asomarte al borde de un pozo sin fondo o hipnotizarte con los discos en blanco y negro que todos los niños giran sin parar. Llega el momento de mayor concentraciónn: en el Salón de juegos Inteligentes, un Tangram, un Soma Cube y un Star Puzzle son algunos de los rompecabezas y juegos matemáticos que ponen a prueba la capacidad estratégica de pequeños y grandes.

Los hologramas tienen unos detalles que parecen reales. A la derecha, jugando con las luces.
Los hologramas tienen unos detalles que parecen reales. A la derecha, jugando con las luces.

Pero aún hay más. En los 60 minutos aproximados que dura la visita, los niños vuelven a interactuar y a ser parte de la exposición en salas como el Cuarto Inclinado, cuyas paredes deliberadamente inclinadas desorientan y confunden a la mente; o el Cuarto de Ames, un espacio "inteligentemente distorsionado" en el que pasas de ser un enano a un gigante o viceversa. Aquí el tamaño lo marca el lugar donde te encuentres.

Museo de las Ilusiones
El Cuarto de Ames, donde el tamaño no depende de ti.

Pero si hay una ilusión que triunfa sobre todas las demás ese es el Túnel de Vórtice. Es la guinda del pastel. "¡Intenta cruzar el puente mirando hacia abajo y sin agarrarte del barandal!", reta el cartel de entrada a este recinto giratorio donde todo tu cuerpo luchará por no perder el equilibrio, aunque el suelo sea totalmente plano y estable. Porque son muchos los mensajes sensoriales que recibes una vez das el paso a este mareante mundo, haciendo que tus receptores de equilibrio se vuelvan locos.

Túnel de Vórtice
¿Serás capaz de mantener el equilibrio?

Recuerda, todo lo que ves en el 'Museo de las Ilusiones' juega a engañarte y reta a tus sentidos a conocer una percepción del mundo que nunca imaginaste. Nuestro consejo: déjate llevar.

'MUSEO DE LAS ILUSIONES' - Calle del Dr Cortezo, 8, Madrid. Tel. 911 03 34 55. Entrada desde 12 euros.

Te puede interesar