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"NASA". El cartel desde la carretera puede desconcertar a cualquiera que recorra la zona en coche. ¿La NASA aquí?, ¿escondida en la sierra madrileña? Así es. En Robledo de Chavela, Madrid, un pequeño pueblo de 3.300 habitantes rodeado de montañas y aire puro, se encuentra uno de los tres centros de seguimiento de la agencia espacial estadounidense: el Madrid Deep Space Communications Complex. Casi nada.
Siguiendo el cartel de la carretera se accede al Centro de Entrenamiento y Visitantes, situado junto al Complejo de Comunicaciones del Espacio Lejano de Madrid, y la llegada impacta. Rodeadas de mucho monte y algunas vacas, de pronto unas antenas imponentes se levantan rompiendo la armonía del paisaje. Enormes como en las películas, todas ellas apuntando al espacio. En especial llama la atención una de ellas: la antena DSS-63, de 70 metros de diámetro. Sin entrar aún, los niños ya están con la boca abierta. Carolina Gutiérrez, responsable del centro de visitantes INTA-NASA, nos explica que "hay cuatro antenas operativas más otras dos que se están construyendo y que estarán terminadas para 2020".
La elección de esta ubicación no es casual. En el vídeo que proyectan en sus instalaciones explican que el complejo forma parte de una red mundial que cuenta con tres centros que fueron elegidos por estar separados aproximadamente 120 grados de longitud, para que los vehículos puedan mantener siempre contacto con alguna estación terrenal. Los otros dos se encuentran en Camberra, Australia, y Pasadena, EE.UU. Carolina Gutiérrez nos comenta que esta sede la visitan miles de personas cada año, "en 2016 en concreto tuvimos 26.500 visitas. Es un gran plan para los niños, realizamos incluso talleres de astronomía para centros escolares".
Sorprende, sin duda, que, a pesar de lo exótico e interesante del sitio, pocos conocen su existencia. Por supuesto, a los niños la propuesta de visitar la NASA "de verdad" no puede hacerles más ilusión. Si todo lo que tiene que ver con los planetas y el espacio les llama la atención, esto ya son palabras mayores. Además, la visita es gratuita y eso ya es un buen comienzo para las familias. Los planes así gustan a hijos y padres. Si vences la pereza y conduces los casi 50 minutos que tardas en llegar desde el centro de Madrid, ya tienes un gran plan de fin de semana. Además, durante esos días no hace falta llamar para reservar –excepto grupos a partir de 15 personas– y su horario de visitas es de 10h a 15h. De lunes a viernes el centro está reservado para la visita de grupos.
El centro tiene tres salas de exposiciones y también un auditorio para proyecciones audiovisuales o conferencias. Allí se pueden ver fotografías y recreaciones que a los pequeños de casa, con un poco de imaginación, les hacen viajar al espacio. Además hay paneles informativos explicando el funcionamiento del centro, y pantallas táctiles con juegos así como puzles educativos para los niños. Pero hay mucho más, como "la réplica del traje de astronauta, donde los visitantes pueden meter por detrás la cabeza, simular que lo llevan puesto y hacerse una foto", nos explica Carolina.
La responsable del centro de visitantes lo tiene claro: "lo que más suele llamar la atención al público es un trozo de roca lunar real expuesto que los astronautas de la misión Apolo 15 trajeron de la Luna". Sin duda, todos los niños que están allí se quedan mirándolo impresionados. La roca fue traída a la tierra por los astronautas de la misión Apolo 15 y dividida en 13 trocitos que fueron repartidos por distintos países, uno de ellos, España. Otra de las cosas que hace que los niños se detengan es la maqueta a tamaño real del vehículo robótico marciano Opportunity.
"La comida espacial también les encanta, la ven como algo muy extraño, cuando muchas de las cosas que toman los astronautas las comemos aquí en la tierra, como las sopas de sobre, cacao en polvo, etc.". La curiosidad es una cualidad innata en los pequeños y aquí se puede ver en sus caras. La ciencia les abre las puertas para que aprendan y disfruten. Conocer las misiones espaciales y su historia les hace estar extremadamente atentos.
Anécdotas no faltan en este complejo: "una mañana de septiembre se presentaron dos visitantes, adultos, vestidos totalmente de marcianos. Iban de verde y con unas antenas. ¡Y no era carnaval!", nos comenta divertida Carolina. Visitar el lugar en el que se establecen "comunicaciones con el espacio profundo" suena tan misterioso que a pocos niños la propuesta no les llama la atención. No todos los días uno puede ver un traje de astronauta de verdad. Eso sí, los pequeños lo tienen claro: la comida mejor, la de mamá.
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