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El paisaje parece irreal. Un decorado de piedra en medio de la nada. El Torcal de Antequera supone un impacto visual que deja sin palabras a 13 kilómetros de la ciudad malagueña que le da parte del nombre.
El acceso cuesta arriba por una carretera estrecha que, de pronto, deja paso a este paraíso kárstico surrealista, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, ya tiene encanto por sí solo.
Las piedras calizas muestran formas curiosas originadas por la erosión desigual de sus estratos y recorrer este mar de piedras con tus hijos es un plan inolvidable de día, pero aún más si te quedas allí y ves la luna salir sobre el horizonte.
La naturaleza petrificada tiene un halo misterioso cuando llegan las sombras y los pequeños de la casa, emocionados con la aventura, comparan estas formas con animales y objetos. La imaginación, en un lugar como este, no tiene límites.
La entrada al parque natural es gratuita y recorrer los senderos marcados es muy sencillo. Hay tres niveles, en función del grado de dificultad que quieras asumir: La ruta naranja o del Torcal Alto (casi 4 km y una hora y media, solo de ida, asciende hasta el Monumento Natural de El Tornillo; la ruta amarilla, un recorrido circular de 3 km que llega al Torcal Alto, pasa por pasillos donde predomina la umbría y junto a elementos arbóreos como El Arce de Montpellier; y la ruta verde, de 1'5 km, perfecta para ir con niños, permite conocer lo esencial de este paraje).
De cualquier forma, subir hasta lo más alto sin tener que hacerlo a pie es posible. Hay un par de aparcamientos con restricciones horarias (que habrá que consultar)y un servicio de autobús lanzadera para que disfrutes igualmente de las impresionantes vistas que ofrece el paraje desde la parte más elevada.
Además, El Torcal cuenta con dos senderos accesibles: el del Mirador de las Ventanillas (120 metros lineales) y el del Monumento Natural de El Tornillo (420 metros) ideales para ir con carritos de bebé o sillas de ruedas.
Pero antes de lanzarte a recorrer el parque es aconsejable visitar el centro de visitantes, desde donde arrancan todos los caminos y donde te explican con detalle cuál es la razón científica para esta tortuosa morfología, además de organizar las rutas temáticas como la de los Ammonites, la del Patrimonio, la de los Sentidos o los Peque Safaris (a partir de septiembre), entre otras.
Pero, ¿por qué las rocas tienen estas formas? Elena Casado, responsable del centro, no tarda en darnos la clave: "Los restos de fósiles marinos encontrados nos recuerdan su origen marino". Estas rocas tienen más de 150 millones de años. Se trata de calizas, dolomías y yesos blandos sensibles a la erosión. La acción de la lluvia, el viento y la nieve han moldeado el paisaje al disolver los carbonatos y dejar solo los minerales más resistentes. La verdad es que el resultado es impresionante.
Por la vía verde, durante un kilómetro y medio recorres lo más representativo de este escenario: podrás ver la Esfinge, El Macetón o las Dos Iguales. Los niños hacen preguntas, sorprendidos por este entorno, en el que, aunque a veces te da la sensación de haberte perdido, siempre encuentras una nueva indicación con la línea verde que te dice que vas por buen camino.
"Los momentos de máxima afluencia son el otoño y la primavera", nos confiesa Casado: "En Málaga hay mucha afición al senderismo porque tenemos mucha montaña y, cuando no es temporada de playa, uno de los entornos más cómodos para hacerlo es este por las completas instalaciones que tenemos. Pero para mí, el atardecer del verano en El Torcal es mágico. Casi no hay gente y con la luz anaranjada todo se vuelve más misterioso".
El silencio, la paz interior que se siente y la magia de las formas que te rodean hace que esta excursión sea única. "Hay mucha gente que viene aquí a meditar" nos cuenta Elena: "Dicen que hay puntos energéticos".
El recorrido tiene muchas subidas y bajadas estrechas además de zonas donde hay peligro de resbalar. No solo se trata de andar, sino que a ratos hay que escalar un poco. Por eso, si los niños son pequeños es recomendable llevar una mochila portabebés (aunque en el centro de visitantes también se pueden alquilar). Tampoco olvides en casa las botas de montaña. Las zapatillas de paseo aquí no te servirán.
Lo mejor es recorrer esta zona sin tener que compartirlo con multitudes porque le añade mucho encanto al plan. Y hacerlo al atardecer lo multiplica. La excursión por nuestra ruta (la verde) termina en el mirador de Las Vistillas, desde el que se disfruta una estupenda panorámica de la comarca del río Campanillas.
Las vistas desde el mirador son soberbias. Aquí queda claro que El Torcal no es una unidad sino que, aunque la zona más quebrada y atractiva para el visitante es el Torcal Alto y Bajo, al este se abre a Sierra Pelada, otro lado menos abrupto de la provincia de Málaga.
En El Torcal, al caer la noche, los viernes y sábados de verano organizan un plan que reúne todos los requisitos para encantar a los niños: senderismo en Málaga en familia y clase magistral de geología y astronomía (no en vano cuentan con un Observatorio Astronómico del Torcal en pleno corazón del parque). La excursión El Torcal bajo la luna llena arranca a las 18.30h de la tarde y se trata de recorrer la ruta hasta las 21 horas, justo cuando ya casi no hay luz. Los grupos son de 40 personas.
"La edad mínima para participar es de 7 años porque hay tramos en los que los más pequeños pueden caerse. De todas formas, hablamos con los padres porque si los niños son más pequeños pero están acostumbrados al senderismo, pueden venir" nos explica la responsable del centro de visitantes.
Para retomar fuerzas, la excursión incluye una cena en el restaurante del Torcal y después, a las 22.30h comienza el gran momento: la clase de astronomía en un entorno que nada tiene que envidiar a otros observatorios astronómicos. Con un cielo abierto sin ningún núcleo urbano cercano que produzca contaminación lumínica, para los niños es un plan tan motivador como misterioso.
"Nuestro astrónomo Francisco Sánchez es una apasionado y si le dejas, puede hablar y enseñarles estrellas durante horas" bromea Elena. La clase dura dos horas y arranca viendo el cielo a simple vista: la estrella polar, las constelaciones…
Después, llega el momento del telescopio: "Si hay suerte se puede ver algún planeta y si hay luna nueva, la Vía Láctea". A la luz de la luna, el halo de misterio de El Torcal se intensifica. En el silencio de la noche, se escuchan otros ruidos y se adivinan las sombras a cada paso. Un plan redondo para una noche de verano.
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