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No te preocupes, tampoco hace falta ser Alicia en el país de las maravillas para salir al campo, además siempre hay lugares mágicos que inspiran por sí solos; y otros, donde la imaginación se sirve en bandeja de plata. El Parque Natural de las Batuecas, en plena Sierra de Francia, es un ejemplo de ello.
La Diputación de Salamanca, en su afán por dar valor al entorno rural y hacerlo accesible y atractivo tanto para adultos como para los niños, ofrece, con la ayuda de artistas locales, la fórmula mágica del land-art: conjugar arte y naturaleza en una propuesta de senderos fáciles, circulares y de menos de 10 km para el disfrute de esta reserva de la Biosfera.
Así es como nacen los Caminos del Arte, cuatro recorridos de sugerentes nombres (Camino del Agua, Camino de los Prodigios, Camino de las Raíces y Camino Asentadero-Bosque de los Espejos) que parten o pasan por alguno de los cinco términos declarados "conjunto histórico" de las Batuecas: San Martín de Castañar, Sequeros, Mogarraz, La Alberca y Miranda del Castañar.
Una de las rutas que pueden hacerse con los peques es el Camino del Asentadero-Bosque de los Espejos, partiendo desde Sequeros hacia San Martín del Castañar y pasando por casas del Conde. Es una ruta circular de 9,6 km, que se puede acortar yendo solo por dos de los pueblos y sin llegar a San Martín del Castañar si a los retoños se les hace muy cuesta arriba. Aunque, avisamos, estarías renunciando al paseo por este pueblo, con sus callejuelas y casas blasonadas características de la zona.
Otra buena opción es aventurarse en la ruta del Camino del Agua. Sus 6 kilómetros de distancia unen los pueblos de Monforte de la Sierra y Mogarraz, donde deleitarse de un entorno de ensueño entre castaños, robles y madroños. Por cierto, ojo con los madroños, los lugareños advierten que si comes muchos, puede resultar algo indigesto.
Como si de un cuento se tratase, en cada rincón habrá sorpresas esperándote y los niños alucinarán. Saldrán a tu encuentro los mochuelos, guardianes de la noche, que te protegerán durante el camino desde rocas y peñascos. Atentos a lo frágil y vulnerable que puede llegar a ser la naturaleza, patente en la obra Las puntadas, en la que una enorme aguja da varias puntadas sobre una piedra. Izad la vista y localizar los collares de piedras que engalanan las ramas de los árboles. Dejaros embaucar por los cánticos de las sirenas. Cruzad esas puertas que invitan a seguir explorando. Recuperad el aliento en sus cómodas sillas y soñad con pasar la noche en una cama arropados por los sonidos del bosque. El toque de color lo aportará la vidriera de la ermita de Santa Lucía, oculta entre la espesa arboleda y las tallas de Amador, dando personalidad a sus olivos.
Y después de tanto andar, cuando el hambre aprieta ¿qué tal unas buenas patatas meneás en alguno de estos pueblos serranos? Una buena idea es darse un homenaje en la Posada de San Martín en San Martín del Castañar, pero hay multitud de opciones.
Para terminar, no contentos con todo el arte que mana de esta tierra, es obligada la visita a la genial sala de exposiciones al aire libre en la que se ha convertido Mogarraz, con la obra pictórica Retrata2/388 de Florencio Maíllo colgando de las fachadas tramoneras, un homenaje a Alejandro Martín Criado que, allá por el 1967, retrató con su cámara a todos los vecinos mogarreños que no emigraron a centro Europa y que debían tramitar su primer DNI. En definitiva, la comarca de Las Batuecas es uno de esos sitios que hay que descubrir y a los que apetece volver.