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Agustín Jiménez (Trujillo, Cáceres, 1970) no se considera monologuista, cómico o humorista. Reclama el término comediante "como aquellos buhoneros que llegaban a los pueblos vendiendo licor y recreaban una situación para llamar la atención de los habitantes. Como hacía El brujo, todo un maestro. La comedia es lo que nos salva", dice, y oyendo las carcajadas de su público debe haber salvado a unos cuantos miles.
Entre monólogos y apariciones televisivas, Jiménez ha montado un nuevo espectáculo "para casi adultos", un one man show titulado Clasificado X en el que cada viernes, hasta el 10 de noviembre, llena el teatro de piruletas, mucha música y payasadas para niños y mayores.
Lo llevo mal. Es muy solitario pero te acostumbras. Yo siempre llevo una maleta con mi calentador de agua y mis bolsitas de té, porque a veces llegas tarde al hotel y te tienes que ir muy temprano. No puedes ni parar a tomarte un desayuno. Mañana me voy a Rentería, el sábado en Barcelona… Todas las semanas voy a tres sitios distintos, más el viernes que es en Madrid. Lo maravilloso es poder llevar tu comedia a tantos sitios, te mueve la ilusión… y porque te pagan también (risas). De otra manera, esto sería muy complicado. La gente te trata muy bien en todos lados, te invitan a comer, al café… la verdad es que no me puedo quejar.
Me gusta ir al mar, da igual donde esté. Me encanta el Mediterráneo. Desde arriba del todo hasta el Estrecho. Como soy extremeño, yo el agua no la vi hasta los cinco o seis años y siempre que puedo me busco la vida para pasar unos días en la costa mediterránea, porque es algo que me ayuda, que me sana. El agua de mar me quita todas las cosas. Y luego Extremadura, que sigue siendo esa gran desconocida. El tiempo allí se para. Van los de 'Juego de tronos' a rodar allí por eso, porque es monumental. Yo le digo a la gente que vaya, por favor, que no se lo pueden perder porque es un lugar que parece hecho para las películas. Además es la tierra de mi familia y le tengo un cariño especial.
Dicen que es uno de los pueblos más bonitos de España y llevan razón. Todo Trujillo es recomendable. Vas a la plaza y ahí ya te da el síndrome de Stendhal, te quedas medio alelado. Vas paseando por las calles y parece que has entrado en otra época y luego también tienes un castillo imponente, por si te faltaba algo. Bajas del castillo y te vas a comer a la 'Fonda de la Troya', que todo el mundo la conoce, y que está en los soportales de la Plaza Mayor.
En el momento en el que te sientas, te traen una ensalada y una tortilla, y tú dices: "Oiga, yo no he pedido esto". Y te contestas: "No, no, si esto es para que vaya usted abriendo boca". A partir de ahí el universo te absorbe en forma de comida: Te traen el puchero, una caldereta de cordero… Y todo por un precio único de menú. Es una barbaridad.
Hay uno que me gusta mucho en Madrid, el 'Oishii Sushi & Ramen', de esos en los que la comida va pasando por delante y vas cogiendo lo que quieres. Me suele gustar ir a los sitios que tienen algo curioso, distinto, o a mesones y tabernas de toda la vida. No tengo término medio. Mi restaurante favorito es uno familiar, el de mi barrio, en Barajas. Se llama 'La Latina', cocinan muy bien y es barato, cosa que no es nada fácil de encontrar. Yo les pinto las pizarras del menú cada vez que puedo.
Recuerdo una vez que fuimos a la Feria de Málaga y estaban todas las plazas hoteleras cubiertas. Así que nos alojaron a las afueras en el hotel 'Plaza del Castillo'. Nos sorprendió mucho, porque está todo decorado en plan medieval, como para llevar a tu niño para que se crea que está en la Edad Media. Tiene hasta los ascensores pintados con estampas medievales. Es muy divertido.
Y luego está el 'Barceló Sants', en Barcelona, en el que me alojaba cuando iba a hacer el programa de Buenafuente. Está dentro de la estación de Sants y todo inspirado en 2001: una odisea en el espacio. Es como si estuvieras en una estación espacial. No lo olvidaré nunca. La habitación parece una base lunar.
Sí, me para bastante gente diciéndome que son muy fans pero luego les pregunto si saben cómo me llamo. He grabado una serie de vídeos que están en mi Instagram, a los que llamo "famoso de mierda", porque siempre les pillo. Voy preparando el móvil mientras me van hablando y les grabo: "¿Eres muy fan?". "Sí, claro, eres el mejor". "¿Cómo me llamo?" "Hombre, ya el nombre…". A veces voy haciendo mi vida y ni me acuerdo de que soy conocido, entro en un sitio y veo que todo el mundo empieza a mirarme. Entonces caigo, ¡ah, coño, que soy famoso!
Es un espectáculo de payaseo para casi adultos. Se canta, se reparten piruletas, hay música con serruchos, la gente arrancándose a cantar la canción del Mercadona… Hay muchas cosas. Tengo un pianista tocando en directo, Fernando Lázaro, un profesor de conservatorio al que he convencido para que se meta en esta aventura de hacer las bandas sonoras de cada una de las partes de mi show. Es un espectáculo típico de un viernes por la noche en Madrid y yo le añado esa opción de venir con niños. ¿Que habrá cosas picantonas? Si el niño las pilla es que ya está muy resabiado. Es como cuando contratas a un payaso para animar una fiesta de cumpleaños, pero te das cuenta de que a quien de verdad le hace gracia es a ti.
Sí, sobre todo cuando buscas algo distinto y pruebas cosas nuevas como aquí. Esto no es un monólogo clásico. Se parece más a un musical, tiene su ambientación… Yo no he tocado en mi vida el serrucho y he tenido que aprender para tocar Recuerdos de la Alhambra de Tárrega. Cuando la gente lo aplaude y se muere de la risa me quedo más tranquilo.
Hay mucha parte de improvisación, aunque tienes cosas que funcionan como tabla salvavidas, un sitio al que volver para que no se te vaya de las manos. La idea es crear un buen rollo con el espectador, que se sienta cómodo, y cuando consigues eso ya tienes campo libre para probar cosas. Hay contenido. El espectáculo habla de lo que somos, de nuestra vida, de las costumbres, incluso de sexo y de drogas, por eso se llama Clasificado X. Yo tengo hijos y a mí me hubiera gustado que mi padre me hubiera hablado de esa manera de estos temas tan escabrosos. A través del humor llegas a sitios insospechados.
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