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La cigala de tronco, el plato de jamón ibérico y el gin-tonic premium. Los náuticos, el polo de Lacoste y el jersey anudado al cuello. Si lo aúnas todo el resultado sea el “enterismo”, concepto creado por los sevillanos Alfonso Sánchez y Alberto López junto a unos personajes, Rafi y Fali, que ya forman parte de la cultura popular española. ¿Quién mejor para elaborar un recorrido por los locales imprescindibles de Sevilla? Eso es así...
La pareja artística que empezó a darse a conocer hace una década con unos cortos subidos a YouTube (la tronchante y viral trilogía sevillana) y llegó al gran público gracias a Ocho apellidos vascos y la serie Allí abajo, tiene nueva película, El mundo es suyo. Tras las aventuras del culebra y el cabesa, los canis de El mundo es nuestro, los señoritos andaluces protagonizan una comedia llamada a ser el gran éxito español del verano. El caso es no parar, ya sea de gira teatral, rodando o preparando nuevos proyectos. Para ellos, una oportunidad única para disfrutar de la gastronomía y los lugares que visitan, de los que nos dejan unas cuantas referencias imprescindibles.
Sin lugar a dudas. Es el gran nexo de unión con los compadres, somos grandes vividores. Tanto a Alberto como a mí nos gusta comer bien y disfrutar de los pequeños y grandes placeres de la vida. No tienen porqué ser siempre unas cigalas de tronco, puede ser un cocido montañés o unos calçots en Girona. Sobre todo nos gusta el buen producto, lo casero y lo auténtico. En nuestro arte trabajamos desde la verdad, nuestra aproximación al oficio es artesanal, porque si no, la cosa no funciona. Y eso lo aplicamos también a lo que nos gusta, al comer y al beber, al cuidado por el detalle, lo no prefabricado, lo tradicional frente a los experimentos gastronómicos.
Cuando viajas tanto como nosotros necesitas lugares de referencia en los que sentirte a gusto, sitios recurrentes a los que volver. Si vamos a Pamplona solemos comer en 'El Alhambra', que es una maravilla. En Madrid nos gusta sentirnos como en casa en el restaurante de 'Floren Domezain', que además de buen cocinero es un gran anfitrión. Si estamos en Málaga siempre nos acercamos a 'Miguelito El Cariñoso', a comernos unos espetitos y unas conchas finas. Cuando vamos a Punta Umbría, en Huelva, nos tomamos algo en 'El Tiburón' y en El Palmar vamos al 'Francisco'. En Barcelona nos gusta mucho el 'Tokyo Sushi', el japonés más antiguo de la ciudad. Ahí sigue haciendo sushi el viejo maestro que llegó hace 40 años a España, y es como comer algo cocinado por una abuela japonesa, está espectacular.
Empezaría en Tomares, en un bar que se llama 'El Estanco', donde ponen un desayuno andaluz de quitarte el hipo: tostadas de manteca colorá y aceite de oliva. De ahí me iría a tomarme un vermú y unos chicharrones a 'La Pañoleta', para ir enfoscando el estómago. Para abrir el apetito, unas coquinas y un montadito de gambas con alioli en el bar 'Casa Eme', en la puerta Osario; y ya de ahí me iría a comer por el centro. Allí tienes todos los sitios míticos de Sevilla y lugares muy especiales, como el restaurante 'Eslava', que estuvimos hace poco y comimos de maravilla. Conviene reservar con tiempo porque se llena sí o sí.
Después me tomaría un gin tonic en alguna de las terracitas que hay en la margen del río, ya sea en Triana o en Sevilla, o en la azotea con vistas a la catedral de algún hotel del centro, como el 'Hotel Los Seises'. Y ya de ahí, si todavía el cuerpo aguanta, me comería unos caracoles en la plaza del Pumarejo, en plena Alameda de Hércules. A partir de ese momento, carta blanca para lo que pueda ocurrir en cualquiera de sus antros de perdición. Esa ruta alguna vez la he hecho, lo que pasa es que se suele juntar con la del día siguiente.
Para nosotros es fundamental disfrutar de los lugares a los que vamos. No concebimos la gira sin dar un paseo por cada ciudad. Siempre preguntamos a la gente por redes sociales para que nos recomienden los sitios donde mejor se come. Meterte en la Catedral de León, dar un paseo por el casco antiguo de Cáceres, ir andando desde tu casita en el Eixample barcelonés hasta el Teatro Capitol en La Rambla… Son cosas maravillosas que puedes hacer estando de gira o de rodaje.
Por ejemplo, así conocimos Zarautz y Zumaia, cuando estuvimos rodando Ocho apellidos vascos. Fue algo inolvidable. Aquella película, por el equipo y el ambiente que se vivió, parecía más un campamento de verano que un rodaje. Nuestro objetivo es trabajar para disfrutar. Porque si nosotros nos lo pasamos bien, eso el público lo percibe y te lo devuelve con creces. Es increíble cómo nos recibe la gente en todas partes.
En los hoteles me preocupa que el trato sea bueno. Me gusta sentirme cuidado, aunque los sitios en que están demasiado encima de ti me incomodan un poco. Hay profesionales que saben mantener la distancia pero están siempre pendientes de lo que puedas necesitar. Por decirte uno en el que nos sentimos como en un segundo hogar, el 'AC Málaga Palacio' consigue esa difícil sensación de estar en casa. Quizá porque llevamos muchos años yendo allí o por lo que significa dentro del Festival de Cine de Málaga, el caso es que nos encanta. Luego hay joyitas como la 'Hospedería El Convento', en Miranda de Ebro. Es un sitio mágico por las sensaciones que transmite. También hay lugares estupendos para ir en familia, como el resort 'Lopesan Costa Meloneras', en Gran Canaria, que es una maravilla para disfrutar con los niños. Es tan enorme que no tienes esa sensación de mogollón de las vacaciones, es relativamente barato y se come muy bien.
Una locura, ha habido de todo. A partir de cierto momento entramos en el mainstream. En el fondo seguimos siendo artistas underground, pero luego estamos en las películas y series de más éxito de España. A veces lo hablo con Alberto: "menos mal que nos autogestionamos y nos damos trabajo a nosotros mismos, si hubiéramos esperado a que nos llamaran nos habríamos muerto de hambre". Vivimos un éxito muy particular. Por un lado es un gusto habérnoslo labrado nosotros mismos y por otro una condena. Todo ha sido a base de pico y pala y por fin hemos conseguido contar con la colaboración de grandes productoras, que han querido participar en una comedia comercial, pero de autor, como El mundo es suyo.
Somos familia. Han sido diez años muy duros, no solo en lo profesional, sino también en el ámbito personal. Hemos pasado por situaciones terriblemente difíciles y han pasado cosas maravillosas, como la llegada de nuestros hijos. Eso une, además del respeto y la admiración mutua que nos tenemos. Y a pesar de todo somos una pareja artística abierta, trabajamos juntos en gran parte porque nadie nos ofrece las cosas que nos gustan. Estamos encantados cuando al otro lo llama alguien para currar. Alberto ha hecho películas con 'Kike Maíllo' y 'Belén Macías', y yo he participado en Las aventuras del capitán Alatriste o como villano de Grupo 7. Ahí disfrutamos del éxito de cada uno, ojalá nos llamen más y tengamos más oportunidades, juntos o por separado.