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Para un segundo y mira a tu alrededor. Cuando idealizabas trabajar desde casa, ¿te habías imaginado que sería así? Pon en orden tu espacio y aprovecha para convertirlo en un lugar que te aporte relax. Ahora que maximizar cada minuto se ha convertido en una obligación inherente a estar en casa, monta un refugio para proveerte de calma en medio del estrés. El diseño biofílico es una tendencia que comenzaron a poner en marcha tecnológicas como Google o Amazon tratando de reajustarse a la naturaleza y que ha llegado a los hogares adaptándose a las necesidades y gustos individuales. El concepto lo creó en los años 80 el biólogo Edward O. Wilson y se refiere a esa necesidad biológica innata de estar y de linkar con la naturaleza para resetearnos y ser más felices.
En estos momentos en que trabajas más y estás más conectado que nunca, los planes que nos habíamos hecho para hacer esas cosas que nunca daba tiempo a hacer los fines de semana, se han revelado una utopía. Con los niños o el jefe exigiendo al unísono. Y tú, tratando de demostrar que tienes respuestas para todo, cargándote de tareas que te permitan sentir que cumples y te mantengan alejado de meditar sobre el alcance desconocido de lo que está sucediendo. Aplica estas sencillas pautas y verás como cambiando el panorama, también te resitúas en otra onda.
Será reconfortante y un buen principio para enfocar las cosas desde otros puntos de vista, rodeado de paz. Los pequeños placeres son fundamentales. Así que piensa dónde te sentirías a gusto y empieza a recopilar los detalles que necesitas para lograr reproducir ese ámbito.
Dejar que entre el sol, poder ver las copas de los árboles de tu calle o simplemente el balcón del vecino procura mucha vidilla, te permite levantar la vista del ordenador y observar otro panorama. Así que situarse frente a una ventana es lo ideal para poder desconectar, aunque sea un minuto, de la tarea y reflexionar sobre lo que estás haciendo mientras corre el aire.
Plantas de hojas grandes o silvestres aromáticas que te transporten a través del olfato a un campo de lavanda o a esos paseos por el campo entre diminutas margaritas o rojas amapolas. Rodéate de naturaleza para no perder el contacto con las raíces, aunque te encuentres en medio de la ciudad. Las plantas reducen la sequedad en espacios cerrados, mejoran tu humor y hasta te hacen ser más productivo. Hazte también con elementos naturales vivos, como el yute y el cáñamo para alfombras o paneles y madera y piedras, que te harán ser más ecoconsciente.
¿Por qué no? Si tu sueño es montar tu oficina a pie playa, nada te impide recrearlo. No creas que es tan complicado. Solo tienes que hacerte con un cajón de madera o de cartón lo suficientemente amplio como para llenarlo de arena de playa y enterrar los pies descalzos mientras tecleas. Ponte un jugo fresco de fruta al lado y una tumbona para cambiar la silla con ruedines cuando precises pararte a pensar un rato.
Si tu horario te impide sentarte a comer un buen rato, prepara antes de comenzar la jornada laboral en casa un pícnic de los de antes, bien surtido y elaborado. Saca las tarteras heredadas de tu madre y mete los manjares con delicadeza para abrirlos cuando sientas hambre. Eso sí que supone un billete instantáneo a la infancia despreocupada y a las excursiones en las que todo resultaba un descubrimiento. Aquí tienes recetas para un pícnic en un jardín, en la montaña o a la orilla del mar.
Cascadas hipnóticas e infinitas, gargantas espectaculares abriéndose paso entre picos escarpados, praderas tapizadas de hierbas columpiándose al son que marca el viento. Belleza salvaje. Paisajes agrestres. Brumosos bosques mágicos de árboles eternos. Islas del tesoro, calas desiertas. Fúndete con imágenes de apabullante naturaleza, deja que te absorban cada vez que cambias de pantalla o de tarea. ¡Qué gusto!
Para señalar los destinos y buscar objetivos que te saquen de la rutina, nada como colocar un evocador mapa a la espalda para recurrir a él cuando ya no puedas más. Planta chinchetas en los lugares que tienes pendiente descubrir. Olvídate de los destinos más típicos y crea tus propias rutas. Resulta un aliciente jugar a darte la vuelta y con los ojos cerrados apuntar con el dedo tu próximo destino.
Tranquilidad, que no vamos a proponerte que te enchufes pajaritos trinando ni el sonido del riachuelo si eres más de música electrónica, trap o korean pop. Cada uno debe recurrir a los ritmos que le generan bienestar, ya sea música clásica o heavy metal. Nunca viene mal aprovechar para abrirse a experimentar con nuevos sonidos o darle una oportunidad a los que dices despreciar. Puede que te lleves una sorpresa y acabes enganchado a Elvis o a Nina Simone.
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