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Ruta por Sant Antoni

Ruta por el barrio de Sant Antoni (Barcelona)

El barrio barcelonés que no pasa de moda

Actualizado: 27/04/2022

Fotografía: Manu Mitru

Entre los más de 70 barrios que hay en Barcelona, Sant Antoni siempre está de moda. Está en su ADN resistir la gentrificación de otras zonas de la ciudad y por eso es parte importante de la personalidad de la capital. Si hay un sitio capaz de aglutinar nuevas e interesantes aperturas y el old school sin que en este viaje a la fama se pierda la relación calidad-precio, es este. Aquí aún podemos hincar los codos en la barra de una bodega con botellas a precio de coste, hacernos con una película antigua o ir a una tienda de libros centenaria. ¡Ah! Y todo eso mientras hacemos una ruta del vermut. Nos levantamos una mañana dispuestos a tomarle el pulso y redescubir sus rincones.
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Antes de empezar el recorrido situémonos. No todo el mundo sabe que Sant Antoni nació en el siglo XV en un área que había quedado desierta cuando se demolió parte de la muralla de Barcelona -entre lo que hoy es la Gran Via de les Corts Catalanes, Plaça d’España, Ronda Sant Antoni, Ronda Sant Pau y la Avinguda del Paral·lel- y que tomó su nombre por el cercano convento de Sant Antoni Abat.

Mercado Sant Antoni
El mercado fue diseñado a finales del siglo XIX.

Lo que sí todos conocen es su imponente mercado. Lo diseñó en 1882 Antoni Rovira i Trias, el padre de los mercados de la Barcelona del siglo XIX. Los mercados intramuros al aire libre van desapareciendo y se crean mercados con espectaculares estructuras de hierro, en línea con la ciudad industrial que nació con la Maquinista Terrestre i Marítima. El de Sant Antoni es el más grande de Barcelona, también el más antiguo -acoge en su interior restos arqueológicos del siglo XVII y de la Barcelona romana- y se construyó como eje comercial principal para ordenar la venta de gallinas, bacalao y derivados del pollo.

Pescadería mercado Sant Antoni
Sus puestos siguen siendo de los más concurridos de la ciudad.

Fue el primero en abastecer al nuevo Eixample y siempre tuvo un aire popular. Su reforma castigó con polvo irreverente a sus vecinos durante casi nueve años (2009-2018) y acabó con la pérgola que, desde 1929, albergaba los encantes (de Bellcaire) que ocupaban el espacio exterior asidos al forjado. Ya de vuelta, sigue siendo uno de sus atractivos turísticos del barrio, muy lejos del modelo engullido por el turismo que representa La Boqueria. Si queréis visitarlo, eso sí, contad con que cierra los domingos.

La ley del ‘brunch’, o del ‘esmorzar de forquilla’

Bajamos del metro en Sant Antoni (L2) en busca de la misericordia del primer café matutino en el bar ‘Casa Blanca’ (Parada 78. Mercat de Sant Antoni, Carrer del Comte d'Urgell, 1). Si llegáis por la mañana, queréis desayunar dentro del mismo mercado y os va el ajetreo, la parada es esta. Un café con un bocata in the scene mientras la vidilla y el gentío se desperezan entrando por la puerta en forma de señoras con su carrito de la compra. Preparan esmorzars de forquilla con producto del día que escriben en un cartel: calamares a la andaluza, sepia a la plancha… Su carta es variada y el precio es muy contenido.

Casa Blanca Sant Antoni
'Casa Blanca' es un destino recomendable si se quiere desayunar junto a los negocios del mercado.

Si hacer un brunch a lo yanqui es vuestro inicio de finde ideal, el sitio está justo en frente y se llama ‘La Desayuneria’ (Comte Borrell, 75). Es uno de los recién llegados. Eso sí, armaros de santa paciencia. Lo identificaréis junto a un atril de madera en la puerta y una interminable cola rondando las 12:00 horas. ¿Unos pancakes de dos pisos con plátano, compota de fresas, nata y dulce de leche? ¿Quizás un sándwich gratinado con cheddar americano, ahumado y gorgonzola? Es aquí.

La Desayunería Barcelona
'La Desayunería' ofrece el espíritu más americano del 'brunch'.

El famoso ‘Café Cometa’ (Parlament, 20), hermano del ya consolidado ‘Cosmo’ de la calle Enric Granados, también es una gran opción de desayuno. Es uno de esos bares con encanto visual que no se desmoronan al traer el café a la mesa. María os aconsejará sobre su interesantísima propuesta. Los recurrentes de la zona, o quienes la descubrimos hace años, quizá nos interesa un café classy y tranquilo mientras rememoramos la primera vez que probamos un red velvet en ‘Federal Café’ (Parlament, 39).

Federal Café Barcelona
En 'Federal Café' se pueden degustar sus estupendos cafés mientras se trabaja en una de sus mesas.

Viaje a la calle del vermut

Si el desayuno es prescindible y preferís iros de cabeza a por el vermut dominguero, una buena idea es subir unos metros y arrancar este recorrido en ‘La Principal’ (Sepúlveda, 186). Su tortilla -de cuatro dedos grosor- y el vermut de la casa, tomado en una de las mesitas de la terraza pegadas a la acera bajo cuadros de Anís del Mono, tiñen de otro color los domingos. Era el plan de Manolo, un habitual del lugar que nos dejó recientemente.

La Principal Barcelona
Los cuadros de Anís del Mono cobijan a quienes se sientan en la terraza de 'La Principal'.

Claro, que si se ha venido a visitar bares, lo lógico es bajar hasta el Carrer Parlament, la Fifth Avenue del barrio y una de las calles más populares de Barcelona. Es un agujero negro en el que se sabe cuándo uno entra, pero no cuándo sale -especialmente los domingos-. Veteranos y modernillos se sienten como en casa en esta arteria -une el Raval con el Paral·lel- que ha visto nacer -y también morir- bares como setas en los últimos años. Desde la Ronda hasta Gran Via, pasando por la Avinguda Parel·lel, se impone una ruta vermutera en la que pasar a probar la tabla de quesos afinados de ‘Els Sortidors del Parlament’ con una de las botellas de su estantería, que descorchan a precio de bodega. Como curiosidad, el local fue un taller de motos y ahora son las botas de vino y las sillas las que cuelgan de las paredes. El recorrido nos llevará a acabar pertrechados en la codiciada terraza del ‘Bar Calders’ y pedir su ensaladilla. En su carta encontraréis hasta seis variedades de vermuts y una ración de nachos para hacer una fiesta.

Bar Calders Barcelona
Un vermut y unos nachos en 'Bar Calders' reponen las energías empleadas en el paseo matutino.

Desde Carrer Parlament, otra dirección que se ha sumado a la oferta es ‘V de Vermut’ -bajando la calle por la Avinguda Paral·lel y girando hacia Rocafort-. Abrieron poco antes de la pandemia, pero esto no hizo flojear el negocio. En cuanto reabrieron las puertas, se formaron colas en la suya. Y ahí siguen. La oferta gastronómica de Martín Pimentel y Ritxi Naval se caracteriza por las 30 referencias de vermuts de toda Europa, junto con algún cóctel de autor, tapas y aperitivos con música dj en directo. “Teníamos claro desde el principio que queríamos enfocar la estética y oferta cultural al legado musical y teatral del Paral·lel y ofrecer actuaciones en vivo, monólogos…”, recuerda Naval. Anotad sus berberechos bloody mary y su michelada, todo un hit.

V de Vermut Barcelona
En 'V de Vermut' agrupan 30 referencias de vermuts de toda Europa y unos 20 cócteles.

Si seguís por Paral·lel, pero giráis en Carrer Manso, podréis probar los garbanzos con gambas, las judías con gambita de Blanes y la suave ensaladilla rusa de ‘Sant Antoni Gloriós’. Recordemos, eso sí, dejar hueco para sus platos más contundentes como los huevos con sobrasada y el impecable pollo rustido con piñones y dátiles. Otro bar que despunta en el momento vermutero es el ‘Bar Alegría’. En el negocio de Tomás Abellán, la luz se filtra en rojo a través del imponente toldo en la fachada. Tiene la saludable garantía gastronómica de alguien que lleva batallando en el negocio desde hace diez años: el clásico bikini trufado o el bonito con salmorejo son memorables.

Bravas V de Vermut Barcelona
Las 'Bravas V' han adquirido una gran fama en poco tiempo.

Territorio de coleccionistas

Además de coleccionar bares, Sant Antoni se convierte los fines de semana en territorio para otro tipo de coleccionismo. En los chaflanes, grupos de jóvenes -y no tanto- intercambian cromos. Es una estampa muy curiosa que se repite semana tras semana. Los coleccionistas combinan el paso con quienes están más interesados en los libros y películas de segunda mano y visitan el Mercat del Llibre Dominical (de 8:30 a 14:00 horas cada domingo).

Mercat del Llibre Dominical Barcelona
El Mercat del Llibre Dominical es el lugar donde coleccionistas y curiosos se reúnen.

Fuera del mercado, hay que buscar las postales en blanco y negro, las revistas y los álbumes de cromos del Mundial de 1982, el de Naranjito, o los tebeos de colección en ‘La Bola’ (Sepúlveda, 184). Es la librería con la que todo coleccionista sueña. Encontraréis esa edición limitada de Tintín que se os resistió de pequeños, rarezas como una biblia ilustrada o libros con grabados que seguramente nunca más volváis a encontrar a la venta. Un cartel en el techo reza Zenith Radio Televisión entre infinitas estanterías con tomos antiguos de todas las temáticas; un auténtico paraíso de papel.

Librería La Bola Barcelona
La librería 'La Bola' es toda una joya para quienes no han parado de buscar rarezas.

En ‘Viuda de Domingo Gou’ (Ronda de Sant Antoni, 70) encontraréis coches en miniatura de muchos modelos y años, también réplicas de barcos míticos como el Titanic; y en ‘Rocafort Modelisme’ (Gran Via de les Corts Catalanes, 436) toda clase de maquetas ferroviarias. En ‘G.I. Joe’ (Ronda de Sant Antoni, 49) no tienen maquetas, pero sí ropa y uniformes militares originales: chaquetas de la Armada inglesa, botas de las fuerzas Aéreas Americanas o máscaras antigás de la Unión Soviética.

Tiendas ancestrales y ropa ‘vintage’

Un ambiente de barrio permite la pervivencia de negocios especializados ya casi olvidados como la ‘Corderia Farrés’ (Viladomat, 71). Es la única cordería especializada que queda en Barcelona. Su catálogo de hilos y cuerdas habría hecho suspirar a nuestras bisabuelas. Elisabet Farrés dirige el negocio que compró su familia en 1918 y que se trasladó del Raval a este barrio -en el antiguo emplazamiento cayó una bomba durante la Guerra Civil-. En los estantes de aluminio visto se apilan bobinas de todas las tonalidades y, delante de estos, cajas de cartón con más hilos. También venden productos a peso con una balanza que cuenta con más de un siglo de vida.

Cordería Farrés Barcelona
La cordería de Elisabet Farrés es la única especializada de Barcelona.

Otro negocio centenario, que pasa desapercibido por los skaters de Plaça Universitat, es ‘La Torre’ (Plaça de la Universitat, 4). En la fachada de madera, en un rojo lampante, se lee: D. Carreras. Gèneres de punt. Las camisetas estoicas posan clavadas por finos alfileres contra el escaparate de fieltro. La familia del actual propietario, Artemi Carreras Bartrolí, abrió en 1900 y dedicó el nombre y el grabado en el lateral del negocio al señor Torregrosa, jefe y promotor. Solo trabajan como antes, con materiales naturales como el algodón 100 %, la lana o la seda.

La Torre Barcelona
'La Torre' mantiene prácticamente inalterada su fachada centenaria.

Para huir de los vestidos serializados, nada como dejarse seducir por el embrujo de lo vintage, ¿verdad? Es lo que hacen en ‘Turquesh’ (Sepúlveda, 100): moda vintage de segunda mano y piezas de artesanía únicas. Abrieron en 2012 y, desde entonces, la apuesta es dotar a nuestro armario de personalidad. Podéis encontrar desde un traje de haute couture a unas gafas de sol de carey. El espacio también acoge exposiciones temporales y pequeños eventos con firmas chic locales.

Turquesh Barcelona
'Turquesh' es un paraíso para quienes buscan moda 'vintage'.

El Olimpo gastronómico del barrio

¿La hora de comer? Sant Antoni no solo vive de baretos, también hay grandes restaurantes. La alta cocina y los clásicos de toda la vida se dan la mano. El barrio debutó gastronómicamente en el mundo de la mano del desparecido ‘elBarri’ de Albert Adrià y los hermanos Iglesias. La reciente inauguración de ‘Teatro Kitchen & Bar’ en su antiguo emplazamiento, a manos del empresario Manuel Lao, resitúa en el imaginario barcelonés el exitoso restaurante.

Teatro Kitchen & Bar Barcelona
'Teatro Kitchen & Bar' es la nueva propuesta de Manuel Lao y los hermanos Iglesias.

El chef Gabriel Suñer, exjefe de ‘Cocina Hermanos Torres’, y Oliver Peña, chef ejecutivo del ‘Enigma’ de Albert Adrià, lideran la propuesta que siguen gestionando sus antiguos dueños. En la carta hay guiños al universo del Paral·lel como las olivas esferificadas, la airbaguette con panceta y pimentón, la pizzeta crujiente (en tamaño más grande) y nuevas propuestas que mantienen la esencia, pero buscan voz propia: mollete de papada; arroz negro con chipirones y alioli; pesca del día embarrada y servida en formato de ssam coreano. Un negocio que recoge la dicha local: ocio, pecado y cabaret, la avenida del Paral·lel.

Stracciatella Teatro Kitchen Bar
Uno de sus platos estrella es la 'stracciatella' con habitas.

En las alturas culinarias -y desde el piso noble de la Fabrica Moritz- está otro de los templos gastronómicos del barrio: ‘Alkimia’ (3 Soles Guía Repsol; Ronda de Sant Antoni, 41), de Jordi Vilà y Sònia Profitós, chef y jefa de sala, marido y mujer. Su apuesta es la nueva cocina catalana -en sus platos se desliza el romesco, las picadas, la esqueixada, el cap i pota…-, pegadísima al mejor producto posible, en la que no le importa arriesgar.

Restaurante 'Alkimia' (Barcelona): Jordi Vilà y Sònia Profitós
Jordi Vilà y Sònia Profitós suben el nivel gastro de Sant Antoni con 'Alkimia'.

Un ejemplo es su Mar i muntanya extrem, un plato de su actual menú degustación que el Premi Nacional de Gastronomia 2021 ideó al juntar una ostra y una porción de careta de cerdo. ¿El resultado? Un viaje mar-tierra no tan apacible como otras combinaciones seguras (la sepia con albóndigas o el pollo con cigalas), pero que ha sido un éxito. La familia cervecera ha acogido en su piso también a la versión low cost, ‘Alkostat’, una propuesta desenfadada, cotidiana y sencilla con la que comparte ADN.

Mar i muntanya extrem Alkimia
El 'Mar i muntanya extrem' de 'Alkimia' estalla en boca.

De la tradición a los aires asiáticos

En el otro extremo, locales como ‘Can Miserias’ (Comte Borrell, 106) o ‘Can Vilaró’ (Comte Borrell, 61) siguen defendiendo las recetas más tradicionales de la cocina catalana, tal cual. En el primero, Oriol Vallet recogió hace tres años el testigo de este local que te transporta a la Barcelona de principios del siglo XX, donde se servía el vino a granel. Habas a la catalana, rabo de toro en salsa y arroces de pescados y mariscos son algunas propuestas de la contundente carta, con menús especiales a precio contenido y un menú de mediodía que va cambiando según mercado (14,95 euros). En el piso de arriba, su recién estrenado reservado para seis personas es una joya en potencia.

Can Miserias Barcelona
En 'Can Miserias' son especialistas en cocina tradicional.

‘Can Vilaró’ es también -y desde 1967- un viaje en el tiempo. Su especialidad son platos como el bacalao a la vizcaína, las lentejas, el cap i pota o las verduras guisadas y acompañadas de panceta. La efervescencia del barrio se mide también por otra tipología de restaurantes que se abre camino y triunfa. De la oferta paquistaní de Magid y sus hermanos en el colorido ‘Baby Jalebi’ (Gran Via de les Corts Catalanes, 452) -también son dueños del vecino ‘The Fish & Chips Shop’ y del nuevo ‘Durango Diner’-. Hincad el diente al shami kebab burger y al chicken tikka masala para entender de qué van los sabores en el lejano Punyab.

Can Vilaró Barcelona
'Can Vilaró' es otro de los restaurantes veteranos de Sant Antoni.

También se puede hacer un viaje rápido hasta Vietnam de la mano de Anh-Van y su marido Carles Amat en ‘Mon Viêt’ (Sepúlveda, 94) con pasaporte a la que muy probablemente es la mejor sopa Phở de Barcelona. Los creativos dumplings de Elia Caral en el minúsculo ‘Dr Zhang Dumplings’ (Sepúlveda, 137) también son muy codiciados.

Bacalao vizcaína Can Vilaró
Su bacalao a la vizcaína ha enamorado a clientes durante generaciones.

Cines centenarios y tragos para recordar

Vale la pena reivindicar en este recorrido que el cine no solo cuenta historias, también las provoca, alberga y dota de pasado a todo un barrio. El Gran Cine Bohemia se inauguró en 1910 en el actual número 135-141 de la calle Floridablanca -la numeración era entonces inversa y coincidía con el 2-10-, justo al lado de la popular y siempre animada sala de baile La Bohemia Modernista y sobre el mismo solar ocupado anteriormente por el Teatre de les Arts, que el fuego había destruido en el año 1906. Antepasado directo de Cinema Florida (hoy Renoir Floridablanca), esta larga trayectoria cinéfila se antoja muy valiosa en tiempos de Netflix, de modo que bien vale una peli a media tarde en una de sus salas.

Y si ya hemos llegado hasta aquí, un buen gin-tonic merece quedarse por Sant Antoni a callejear hasta tarde. Puede que ya no cause el furor de hace unos años, pero la esquina entre Rocafort y Tamarit está consagrada a este trago desde que abrió ‘Xixbar’ (Rocafort, 19). Fue uno de los primeros bares en glorificar el combinado más popular con ginebra y se aprovisionaron bien: tienen más de 130 marcas diferentes y diríamos que todas las tónicas del mundo.

Tienen más de 130 marcas diferentes y diríamos que todas las tónicas del mundo. Foto: Xixbar
Tienen más de 130 marcas diferentes y diríamos que todas las tónicas del mundo. Foto: Xixbar

Mike Cruickshank -dueño también del ‘Balius’ (Pujades, 196)- abrió el ‘Xix’ en una antigua lechería -un cuadro de unas vacas en la pared nos pone en contexto-. Saltando la barrera del gin-tonic, también tienen cócteles de autor de altos vuelos que les hacen estar en las listas de las mejores coctelerías de Barcelona, como el popularísimo Red Snapper o el Negroni con flor de azahar. Placer etílico en mesita alta de mármol o en terraza.

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