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Una barca bordea las Islas Medas

Excursión por las Islas Medas y la costa del Montgrí (L’Estartit, Girona)

Navegando en la barca Núria alrededor del archipiélago prohibido

04/09/2024 –

Actualizado: 05/08/2024

Fotografía: Miguel Cuesta

Nadie, salvo el farero, tiene permiso para poner un pie en las Islas Medas. Por suerte sí se nos permite circunnavegarlas y bucear por su fondo marino, uno de los más apreciados de la Costa Brava. El archipiélago es, en realidad, una pieza más del macizo del Montgrí, pero desgajada de su matriz por las aguas del Mediterráneo. Nos aventuramos por los recovecos de sus acantilados y por el mítico paso de la Roca Foradada a bordo de la Núria, una barca de pesca reconvertida al turismo, pero que todavía preserva su aroma popular.

Quim Farró lleva tatuada la silueta del archipiélago de las Medas en el brazo izquierdo. Después de 45 años haciendo casi el mismo recorrido diario, no se ha roto el amor entre él y sus queridos islotes. En su barca solo caben 20 pasajeros, pero “esto parece la ONU”, se ríe cuando ve que su compañera Ángeles va a tener que andar traduciendo la visita casi a razón de un idioma por pasajero. “Algo haremos bien, porque hay un francés que me llena media barca casi todos los días desde hace veinte años”, cuenta a punto de salir del puerto de L’Estartit.

Quim Farró, patrón de la barca Núria
Quim lleva casi 45 años navegando en la Núria estas islas.

La Núria es una embarcación pesquera que construyó el abuelo de Quim en el año 1942 y que bautizó en honor a su hija recién nacida. La diseñó para pescar la teranyina, o sea, para pesca de cerco. Su padre y su abuelo salían de noche con la Núria remolcando una embarcación menor iluminada que atraía a los peces a la superficie. Con la llegada del turismo internacional en la década de 1960, la pareja decidió darle una doble vida a la barca: por las noches pesquera y por las mañanas recreativa, usando las cajas de pescado como bancos, una vez limpias y dadas la vuelta.

Ángeles, marinera de la barca Núria
Ángeles está formándose para ser patrona de barco.

O sea que Quim es la tercera generación de Farrós surcando las aguas de la Costa Brava para goce y disfrute del turista. En sus inicios, él todavía tuvo contacto con la pesca, pero cuando empezó a trabajar en serio, allá por el 79, las excursiones marítimas ya eran la fuente de ingresos de la Núria. Cuarenta años después, se adhirió a la Carta Europea de Turismo Sostenible, aunque su gran paso en pos de la ecología había sucedido durante los años 60, cuando adhirió a la regla todavía no escrita de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar.

Por los acantilados de la costa del Montgrí

Mirándolo desde el interior, dicen los devotos que el macizo del Montgrí parece un obispo echado a la siesta y remojándose los pies en el Mediterráneo. Emerge entre el golfo de Roses y la bahía de Pals, dentro del parque natural del Montgrí, las Islas Medas y el Bajo Ter. Esta retahíla de topónimos da la sensación de que la reserva es una amalgama de ecosistemas agrupados con calzador. Sin embargo, cuando se rasca un poco, la combinación cobra empaque y su vista ofrece una experiencia muy dinámica, con paisajes de lo más heterogéneo en un puñado de kilómetros.

La barca Núria atraviesa la roca Foradada
La Roca Foradada es el mayor túnel de roca natural de la costa catalana.

A medio camino entre las llanuras aluviales del Bajo y el Alto Ampurdán, el macizo del Montgrí es una sierra litoral de roca calcárea que emergió en paralelo a los Pirineos, aunque también tiene incursiones magmáticas de un volcán de seis millones de años. Cuando el Montgrí se encuentra con el mar, se desploma formando un litoral abrupto de unos 10 km entre las localidades de L’Estartit y L’Escala. En él encontramos una consecución de acantilados única en la costa de Cataluña, con precipicios que alcanzan los 100 m de altura y bajo los que aparece una colección fascinante de cuevas, cabos y calas remotas.

Tatuaje con la silueta de las Islas Medas en el brazo del patrón Quim Farró
Quim lleva tatuada la silueta de las Medas en su brazo.

La excursión de la barca Núria lleva como primer apellido “Islas Medas”, aunque sus momentos estelares tienen lugar mientras se navega en paralelo a la costa del Montgrí, lo que sucede durante la primera mitad de la ruta. Sale del puerto de L’Estartit y, tras doblar el cabo de la Barra, pone rumbo norte pasando por la cala Calella, los espectaculares acantilados del cabo de Utrera y, tras saludar a la cala Pedrosa y su islote, encara el clímax de la ruta: el paso por la Roca Foradada, el mayor túnel de roca natural de toda la costa de Cataluña, que atraviesa el cabo Castell con sus 50 m de longitud, 10 de ancho y 3 de alto.

Una barca turística en las Islas Medas
El verano es la época en la que más visitantes recibe este paraje.
La marinera Ángeles contemplando una barca en la costa de Montgrí
Las paredes verticales alcanzan los 50 metros de altura.

Además de Quim, en la Núria viaja Ángeles, una marinera sevillana que aspira a ser patrón de barco. Después de formarse como buzo en Mallorca y Portugal, cuenta que le dio “la picá de hacer lo de marinero”, y ahora anda sumando horas de navegación a su currículum a bordo de la Núria. Aquí hace de guía turística y de traductora de esta pequeña ONU, pero sobre todo asiste a Quim para que todo vaya a pedir de boca, por ejemplo amarrando la barca a una boya cuando llega el esperado momento del baño. El lugar elegido depende de cómo “le pique” a Quim, pero suele ser, pasada la Roca Foradada, cerca de la cala Ferriol o de las Tres Cuevas, que es otro de los momentos más dulces de la excursión.

Atravesando las Tres Cuevas
Las Tres Cuevas es otro de los 'hits' de esta excursión marinera.

Las islas Medas: una tierra prohibida

Es en la segunda parte de la ruta cuando la Núria rodea las Illes Medes. Estas son una prolongación del macizo del Montgrí, tan solo que separadas de su matriz continental por unas entrometidas aguas mediterráneas. Suelen decir que se componen de siete islotes y de un puñado de escollos y farfallones que las rodean, pero mirando el mapa no queda claro dónde han puesto la frontera entre lo que es islote y lo que no lo es. A lo lejos, tal como representa el tatuaje de Quim, parece que solo fueran tres: la Meda Grand, la Meda Petita y un grupo de islotes (los Tascons y el Carall Bernat) que, desde la distancia, parecen ser una única isla.

Las Islas Medas
Está prohibido atracar y pisar este archipiélago.

Está totalmente prohibido atracar en su orilla, y mucho más poner un pie sobre las Islas Medas. El objetivo es preservar unos ecosistemas que han permanecido ajenos a la intervención humana. Tampoco se pueden echar anclas. La idea es proteger un fondo marino de una riqueza fascinante, y particularmente sus praderas de posidonia, que crecen alrededor de los islotes dando cuenta de la gran calidad de estas aguas. Lo que sí se puede es amarrar botes a una serie de boyas para bucear, siempre y cuando se haya conseguido el permiso del parque.

La barca Núria va bordeando las Islas Medas
La barca bordea las Medas, pero la excursión no incluye baño en esta zona.

El plan de la excursión de la Núria no incluye un chapuzón en las Islas Medas, pero las vistas desde la superficie no están nada mal. La claridad de las aguas permite ver parte de una riquísima vegetación submarina, como las algas calcáreas que resisten heroicas el batir de las olas, o las que crecen en rocas más someras con tonos verdes, rojos y ocres. La vista ya no alcanza a las algas de penumbra, a los corales ni a las praderas de posidonia, pero levantando la mirada podemos ver garzas o cormoranes y, sobre todo, unos islotes majestuosos que por oriente enseñan paredes verticales de hasta 50 m de altura, mientras que por occidente se ven más verdes y accesibles, casi nórdicos.

Zona de baño en la costa de Montgrí
Pequeñas calitas salpican este entorno natural.

La conexión panorámica y submarina

El fondo marino de las islas Medas no sería el que es sin su vecina, la desembocadura del río Ter, que hace un aporte de materia orgánica fundamental para la vida submarina. Por eso, el parque natural protege la zona del Bajo Ter, aunque no solo. Este espacio es, en sí mismo, un ecosistema de gran valor donde encontramos marismas y una extensa línea de dunas a lo largo de la bahía de Pals. Junto a la de Roses, ambas bahías conforman los dos grandes arenales de la Costa Brava. También cabrían motivos panorámicos a la hora de incluir al Ter en el parque: las vistas de las islas Medas desde las playas de L’Estartit y la gola del Ter son una delicia.

Un visitante bañándose en la costa de Montgrí
Un merecido y refrescante chapuzón.

El cordón de dunas de la bahía de L’Estartit-Pals está en la UVI, aunque con síntomas esperanzadores. Corre peligro por la fragmentación de las playas y su erosión. Si nos acercamos a la desembocadura del Ter, nos vamos a encontrar con unos arenales vírgenes donde se protege la vegetación costera y donde no se limpia la vegetación que arrastra la marea, ya que esta ayuda a fijar la arena, a que las playas sean más resistentes a las embestidas del temporal y, así, a preservar el frágil ecosistema de las dunas, donde crecen lirios de mar y revolotean chorlitejos patinegros.

Vistas de las Islas Medas desde Gola del Ter
Las vistas de las islas desde la Gola del Ter.

La oficina de visitantes del Parque Natural se encuentra en L’Estartit, en el Espigón de Levante del Passeig del Port, donde se tramitan los permisos para poder bucear (972 75 17 01). También merece una visita el Museo del Mediterráneo en la vecina localidad de Torroella de Montgrí, donde hay una exposición permanente y otras temporales dedicadas a los ecosistemas de la zona.

Vista del Puerto de L'Estartit
El puerto de L'Estartit es el punto de salida y retorno.

BARCA NURIA se ubica en L’Estartit, con oficina en el Passeig Marítim 26; la taquilla, al inicio del Espigón de Levante, y la barca un poco más adelante, en el mismo espigón. Información y reservas a través de su web o el teléfono 972 665 902.

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