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En ocasiones, Polop pasa desapercibido para el turista, atraído por destinos más conocidos como Benidorm y Altea o por reclamos como les Fonts d’Algar, pero este pueblecito mediterráneo, que se encuentra a solo 15 kilómetros del mar, merece una excursión de varias horas. Y no somos los únicos cautivados por sus encantos: aquí veraneaba, por ejemplo, el escritor alicantino Gabriel Miró o residía el barítono Emilio Sagi-Barba junto con su mujer, la soprano Luisa Vela.
La panorámica más fotografiada de Polop es desde el vecino municipio de La Nucía: desde allí podemos observar un conjunto homogéneo de casas en tonos tierra asentadas sobre un cerro y entre las que destaca la torre de la iglesia. Pero Polop, además de ser una bonita fotografía, es también la excursión perfecta para aquellos que ya conocen los pueblos más turísticos de la zona y quieren seguir descubriendo el interior de la provincia de Alicante.
En Polop veraneó el escritor Gabriel Miró y de ahí que se haya rehabilitado como casa-museo este edificio modernista, también llamada Casa del Xorro, que data del siglo XIX y que es uno de los bienes culturales e históricos más significativos del municipio. En su día pertenecía a la familia Mayor, pero ahora alberga enseres y recuerdos que antes se encontraban en la Casa de Sigüenza del autor alicantino: esencieros, ambientadores, morteros y almireces, cerámica variada comprada por Miró durante sus veranos en Polop de 1921 a 1928, calienta-almohadas, un gong para avisar de la comida, una chocolatera o candiles de aceite.
En sus vitrinas o paredes también encontramos otros objetos y pinturas, manuscritos, libros o muebles que son donaciones privadas relacionadas con la vida y obra del escritor. Esta casa-museo, que merece una especial mención por sus suelos de azulejos de la época, sus techos y sus barandillas talladas, también funciona como oficina de turismo.
Donde hace un siglo acudían los polopinos con tinajas a coger agua, ahora hay excursionistas remojándose y niños correteando en una amplia plaza, con el relajante sonido de los chorros de agua como hilo musical. Hay que tener en cuenta que el territorio de Polop, protegido por el macizo del Ponoig -que también verás escrito como Ponoch-, tiene una gran influencia del agua, ya que aquí encontramos los barrancos del Salt o del Canet de Xirles y el río Guadalest como frontera entre este municipio y Callosa d’en Sarrià.
La fuente original, que en 1855 contaba con once caños de agua, ha sido remodelada y ampliada varias veces. En 1947 se adornaron con cabezas de león, en 1965 se amplió el número de caños a 100 y, desde 1976, cuenta con 221 chorros decorados con escudos de azulejería de municipios de la provincia de los que, en función de las lluvias -ya que se trata de agua de los manantiales el Garrofer y el Terrer, que brotan del barranco de Gulapdar-, funcionan todos o solo una parte. En esta plaza encontrarás ‘La Mallorquina’, una tienda que vende sobrasada, embutidos de montaña, pasteles y pan, turrones, ensaimadas y vinos. También el ‘Café de la Plaça’, una animada terraza en la que tomar un café antes de continuar con el paseo.
Esta joya gastronómica es uno de los lugares más interesantes de la zona: sus platos de cocina tradicional heredada, su acogedor y hogareño salón-comedor y los vinos seleccionados por Paco Teuler hacen que aquí las horas se pasen volando.
‘Ca L’ Angels’ (Recomendado por Guía Repsol) ocupa una casa construida a principios del siglo XX por los bisabuelos de los actuales propietarios, que desde 1998 son Vicenta Teuler Tormo, su marido, José Blat, y su hermano, Paco Teuler: ellos están detrás de esta casa de comidas que continúa con una tradición familiar que ya perpetuaron sus padres, Ángeles Tormo y Juan Teuler, a través de técnicas primitivas mediterráneas y del cultivo de su propio huerto.
La cocina autóctona aquí se plasma en platos como su olleta de blat (trigo) de cultivo ecológico, el espencat, el mincho frito, el hígado de cabritillo o los sesos de lechal rebozados. En ollas de hierro cocinan su arroz meloso “al estilo de la borra”, el de raya y calabaza o el de langosta -solo por encargo-. Como pescados, la raya, la caldereta de rape o la negra de bahía. Para los carnívoros, chuletillas de lechal o pierna de cabritillo. Y para rematar, postres caseros, repostería artesana… y un chupito de mistela, el licor típico de la zona.
En general, la gastronomía polopina está marcada por la agricultura, ya que esa ha sido su principal actividad económica hasta hace unas décadas y también por su cercanía al mar Mediterráneo. Además de la olleta de blat, también son típicas las pilotes de dacsa, elaboradas con harina de maíz, judías, carne y verduras; l’rròs amb fessols i naps (arroz, habichuelas, nabos, cardos, acelgas, tomates, cebollas, aceite y carne de cerdo) o los arroces. Para golosos, los dulces típicos de la zona son los buñuelos de calabaza, la coca María de almendra, los pastissets de boniato y, por supuesto, los nísperos que se cultivan en Callosa d’en Sarrià.
Continuamos callejeando por el pueblo y deleitándonos con sus rincones hasta llegar a la iglesia: la primera piedra fue puesta a principios del año 1700 y el templo fue bendecido a finales de 1733. La Iglesia de San Pedro, probablemente alzada sobre las ruinas de la anterior -destruida en la Guerra de las Germanías-, consta de una nave central dividida en cuatro tramos apoyados por contrafuertes que sostienen bóvedas de cañón, cuya luz penetra a través de ventanales cubiertos por placas de alabastro.
En esta misma plaza encontramos la ermita de la Aurora, en la esquina del Carrer Nou, una calle estrecha y empinada que se construyó sobre el camino que, desde la plaza de Armas, se dirigía a Gandía. En las calles que rodean la iglesia, en algunas ocasiones, también podemos descubrir la obra que exponen en la puerta de sus propias casas, que funcionan como talleres, algunos artistas afincados en Polop.
En la subida hacia el castillo y el cementerio, que es un mirador en sí, es muy aconsejable pararse cada pocos pasos para fotografiar la estampa: Polop, según ascendemos, se convierte en una postal con la torre de la iglesia, el Ponoig resguardando el pueblo y su casco antiguo, de pintorescas casas en tonos ocres y arcilla.
Ya en lo alto del pueblo encontramos los restos amurallados de una construcción musulmana que data de los siglos XII y XIII y que tuvo gran valor estratégico en la época: fue escenario de batallas durante las revueltas de Al-Azraq y de la rebelión morisca durante la Guerra de las Germanías.
Tras ser propiedad de señores feudales de la época, detrás de las paredes que aún se conservan, encontrarás un pequeño camposanto que dejó de funcionar a mediados del siglo XX y que ahora se puede recorrer como cementerio literario a través del itinerario señalado. En este recinto, que funciona como atracción turística, podrás ver, por ejemplo, la tumba del forastero suicida, que, como describe Gabriel Miró, “ruedan los años y nadie pregunta por él”.
La agradable terraza del bar ‘El Castell’, que hace las veces de espectacular mirador con vistas que prácticamente cubren 360 º, suele ser la última parada en cualquier paseo por Polop. A tu izquierda podrás contemplar un paisaje de invernaderos de Callosa d’en Sarrià entre los valles de redondeadas montañas y, a tu derecha, La Nucía, moderna y urbanita, funciona como segunda -o incluso primera- residencia de muchos residentes de Benidorm y alrededores, que han encontrado en este pueblo y sus urbanizaciones un remanso de paz. Los días claros, desde aquí podrás admirar, allá a lo lejos, Altea y el Mediterráneo.
Maya, desde hace ya 12 años, elabora comida georgiana por encargo en este bar que corona el pueblo: platos como khinkali, kachapuri o berenjenas rellenas conviven con bocadillos o con sencillas tapas como el chorizo a la sidra, que es la más vendida del bar.
Para los amantes de la naturaleza, Polop ofrece varias rutas senderistas como la del Barranc de Xirles (siete kilómetros de ida y vuelta) o el Salt per l’Almasere (diez kilómetros de ruta lineal y altura de 891 metros), por Mas de la Carrasca (20,4 kilómetros de ruta circular y altura de 938m.) o por Sacarets (23,1 kilómetros de ruta circular con una altura de 927 metros).
Y si lo que quieres es coronar el Ponoig, también puedes hacerlo: la subida a la cima del Ponoig tiene una altura de 1.337 metros y se puede hacer por Gulapdar (19,5 kilómetros en total), por Margotx (23 kilómetros) o por el Barranc de la Canal (17 kilómetros). Polop también es un buen punto de partida para ascender al Puig Campana por Gulapdar (11,4 kilómetros y 1.370 metros de altura) o por Margotx (9,26 kilómetros de ruta lineal) para seguir descubriendo esta comarca que siempre esconde bellos rincones.