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Riqueza natural y patrimonial se dan la mano en Allariz. Resulta igual de fácil prendarse de las callejuelas empedradas de su casco histórico, de origen medieval y declarado Patrimonio Artístico Cultural, como del entorno del río Arnoia y su paseo fluvial, recuperado en las últimas décadas con total respeto al medio ambiente.
Este pueblo del interior de Ourense conserva la belleza que en la Edad Media lo convirtió en residencia de reyes como Alfonso X el Sabio y ha sabido preservar en perfecto estado elementos históricos como el puente de Vilanova, del siglo XII y explotar algunos de sus principales atractivos en forma de museo. Los tiene dedicados al Juguete, la Moda, el Cuero o el Arte Sacro.
Los elementos más típicos de la arquitectura tradicional gallega conviven en Combarro. Año tras año aumenta el número de visitantes a este pueblo marinero de Poio, en Pontevedra, en el que los hórreos, cruceros y casas de piedra típicas de la arquitectura rural gallega convierten su casco histórico en un rincón mágico.
Declarado Conjunto Histórico Artístico, sus más de 60 hórreos a pie de mar conforman un paisaje único, y sus estrechas callejuelas, llenas de balcones de piedra y madera, enamoran a todos los viajeros. Por si fuese poco, los bajos de sus singulares casas ofrecen una oferta gastronómica con lo mejor de la cocina gallega que completan la experiencia.
Una de las características que hacen único este pueblo del sur de Pontevedra es su colorida fachada hacia el mar, conformada por construcciones bajas, típicamente marineras, pintadas de vivos colores que crean una estampa singular, una versión gallega y reducida de la Cinque Terre italiana.
Sin embargo, el principal reclamo de esta villa, además de su puerto pesquero, es el Castro de Santa Trega, la muestra de la cultura castreña más importante del noroeste peninsular: 20 hectáreas que fueron habitadas por más de 4.000 personas, hoy convertidas en un museo al aire libre.
Cuna del vino albariño, uno de los iconos de Galicia y, en especial, de las Rías Baixas, Cambados tiene un carácter noble e histórico esculpido en granito que lo convierte en todo un santuario de coquetas plazas y calles adoquinadas. Su carácter marinero es otra de sus señas de identidad y, en su día a día, es habitual ver a las mariscadoras recoger almejas en la playa o a las embarcaciones de pesca artesanal descargar en en el puerto. La plaza de Fefiñáns y la torre de San Sadurniño son dos visitas obligadas.
Capital de la comarca de O Ribeiro, en Ourense, Ribadavia es mucho más que el vino que se cultiva en la zona y alcanza cada vez más fama internacional. El Castillo de los Sarmiento, el Conjunto Monumental Santo Domingo, el Santuario de Nuestra Señora del Portal y el barrio judío atrapan al visitante interesado por la historia, mientras que la tranquilidad de las termas de O Prexigueiro y las pozas de Melón enamoran a los amantes del turismo termal y de contacto con la naturaleza.
Figura en todos los rankings de los lugares con parada obligatoria en Galicia por su principal atractivo, la playa de las Catedrales, pero este municipio del norte de Lugo tiene mucho más que ofrecer que esas impresionantes e imposibles rocas. El pueblo de Ribadeo bien merece una visita en sí mismo. Resultan imprescindibles las vistas de su ascensor panorámico sobre la ría de Ribadeo y los edificios emblemáticos de su centro histórico, desde el Pazo de Ibáñez al modernismo ecléctico de la Torre de los Moreno o el barrio de la India, caracterizado por las casas indianas y por albergar la mayoría de bares y restaurantes. Si se va con tiempo, es recomendable cruzar hasta Isla Pancha, con dos faros, uno del siglo XIX y otro de finales del siglo XX.
En la ría de Muros y Noia, en la confluencia entre la Costa da Morte coruñesa y las Rías Baixas pontevedresas, podríamos quedarnos con cualquiera de sus pueblos, pero, con permiso de los irremplazables de Noia, Outes o Porto do Son, nos decantamos por Muros, fusión de costa y montaña, con el Monte Louro de fondo.
Su casco histórico, declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural, te atrapa entre plazas, construcciones de piedra, bellos soportales y callejuelas de curiosos nombres como Sufrimiento, Amargura o Soledad. Y, al final, todo confluye en su encantador puerto, lugar envidiable para relajarse mirando al mar.
Este pueblo del interior de Lugo destaca por sus joyas arquitectónicas, herencia de su etapa como capital de la antigua provincia de Galicia, y que tienen en su Catedral Basílica de la Asunción su edificio más significativo, reconocido como Monumento Nacional y Patrimonio Mundial por la UNESCO.
El Santuario de los Remedios, el Seminario, el Hospital de San Pablo y el Monasterio de Os Picos son otros de los monumentos que convierten su casco histórico en un tesoro para descubrir y perderse, y en el que cada vez son más los peregrinos que pasan por sus calles, pues no en vano se encuentra en pleno Camino Norte del Camino de Santiago, una de las rutas al alza hacia Santiago.
Esta pequeña aldea es la puerta de entrada a Galicia por el Camino Francés a Santiago desde hace siglos y da la bienvenida a la comunidad cada año a miles de peregrinos. De O Cebreiro impacta, sobre todo, su conjunto de pallozas: viviendas tradicionales prerromanas de piedra y techo de paja que, hasta hace no tantos años, estaban habitadas. Una de ellas está hoy reconvertida en un museo etnográfico que permite conocer y empaparse de las costumbres de la zona.
El encanto de esta aldea lo completa su iglesia prerrománica, la más antigua conservada en su integridad de toda la ruta jacobea, que conserva las tumbas de los protagonistas del Milagro del Santo Grial.
Su Conjunto Histórico Artístico es el segundo en importancia de Galicia y ejemplo de urbe medieval en envidiable estado de conservación, en especial su catedral. Sus calles empedradas van ascendiendo desde un hermoso paseo a orillas del río Miño hasta la Catedral, situada en lo alto de la colina, y configuran una silueta singular reconocible desde Portugal.
El país vecino está a tan solo un río de distancia y el viejo puente internacional que une Tui con Valença se mete en este paisaje singular. Este pueblo del sur de Pontevedra hay que recorrerlo con calma, pararse a charlar con los peregrinos del Camino Portugués, que tienen en este pueblo su punto de entrada a Galicia, y descubrir sus casas señoriales, iglesias, blasones y el sinfín de pequeños detalles que esconde.
Pueblo tan diminuto como encantador situado entre las localidades coruñesas de Ames y Negreira, a orillas del río Tambre. Su hermoso puente de piedra de cinco arcos es su protagonista principal, considerado por muchos como romano, si bien, en realidad, data del siglo XV. Es el epicentro de su conjunto histórico, uno de los que mejor conserva la arquitectura tradicional gallega.
Molinos a pie de río, casas típicas, el Pazo de Baladrón y la capilla de San Brais lo convierten en uno de los pueblos que mejor recogen la esencia de Galicia, y uno de los más aplaudidos por los peregrinos que hacen el Camino de Santiago a Finisterre.
Villa pintoresca que cumple todos los requisitos para ser considerada como pueblo con encanto. Su pequeño tamaño contribuye a crear la estampa curiosa que lo hace merecedor de estar en esta lista. Situado en el corazón de la coruñesa ría de Ares, está lleno de coloridas casas indianas construidas por emigrantes que hicieron fortuna en América y las conservan muy bien cuidadas, calles estrechas en piedra y un ambiente marinero que le llega ya por su propio nombre, homenaje a las redes de los pescadores. Su belleza le ha convertido con frecuencia en plató de cine y televisión, habitual en muchas producciones gallegas y en películas de Pedro Almodóvar.
Si resulta complicado hacer una selección de los pueblos más bonitos de Galicia, más aún elegir entre los más hermosos de la Ribeira Sacra. Rodeados del paisaje espectacular de los Cañones del Sil y las montañas de Lugo y Ourense, y de sus miradores y monasterios, muchos serían merecedores de estar en esta lista, pero decidimos quedarnos con Santo Estevo de Ribas de Sil, en Nogueira de Ramuín (Ourense).
Dos son los motivos principales: su espectacular Monasterio de Santo Estevo, una joya construida entre los siglos XII y XVIII, hoy convertida en Parador Nacional, y su embarcadero, desde el que parten los catamaranes que permiten descubrir la belleza de la Ribeira Sacra y las impactantes vistas de sus viñedos y cañones desde el río.
En plena Ría de Ferrol, este pueblo costero está escoltado por dos fortalezas, el Castillo de la Palma y el Castillo de San Felipe, que épocas atrás lo convertían en una de las localidades más seguras de la zona y hoy en una de las más atractivas para el turismo.
Pero el encanto de Mugardos va más allá y tiene una visita obligada en su puerto, rodeado de bellas casas de colores y famoso por su pulpo, tan típico que, incluso, tiene una forma específica de preparación diferente al resto de Galicia, a la mugardesa, con cebolla, pimiento rojo y pimiento verde. Se puede degustar en bares repartidos por todo su paseo marítimo y tiene su propia fiesta gastronómica.
Tiene uno de los cascos históricos mejor preservados de Galicia, declarado Conjunto Histórico-Artístico, y que le convierte en capital del gótico de Galicia. Merece el título en especial por tres impresionantes iglesias góticas: Santiago, Santa María do Azogue y San Francisco, que conservan hermosos sepulcros medievales.
Lugar de residencia de familias nobles e ilustres durante siglos, tiene hoy en día un legado cultural y arquitectónico envidiable en el que destaca O Pasatempo, un curioso y antiguo parque enciclopédico, precursor de los parques temáticos actuales, construido entre finales del siglo XIX y principios del XX. Recuerda el estilo de los jardines románticos ingleses e incluye estanques, zonas verdes y grutas subterráneas.
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