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Quizás el espacio más reconocible de todo el municipio, lo cierto es que la peculiar Plaza Mayor de Chinchón deslumbra al primer paso que se da en ella. Este ejemplo paradigmático de la arquitectura de las plazas porticadas castellanas -con 234 balcones- aún destila aire medieval, más aún durante la celebración de sus carnavales, cuando el lugar se llena de puestos y casetas de gastronomía y artesanía. Desde su construcción, esta plaza ha visto a algunos de los rostros más relevantes de la nobleza y la realeza española, destacando la visita que realizaron Juana la Loca y Felipe el Hermoso en 1502.
Con el paso de los siglos el uso que se ha dado al espacio ha ido cambiando, llegando a celebrarse obras de teatro, durante el tiempo en el que se empleó como corral de comedias, o festividades taurinas. Actualmente la plaza puede presumir de encontrarse dentro de las maravillas de la Comunidad de Madrid, categoría con la que se distinguió a esta particular plaza en el año 2008.
El Parador de Chinchón ha tenido muchas vidas. Convento agustino durante siglos -construido en el siglo XVII sobre las ruinas de un convento anterior del siglo XV-, cárcel y, ahora, alojamiento privilegiado en este pueblo del sur madrileño. La historia se percibe en cada ventanal y en cada muro, sin embargo, una habitación destaca por encima del resto: la 140, una de las 20 suites exclusivas que la cadena estatal. No es para menos.
Esta antigua capilla desacralizada hace que quien duerme en su mullida y enorme cama con dosel no quiera abandonarla si no es para hundirse en la bañera que se encuentra bajo la cúpula de ocho metros. Durante los meses en los que el calor desplaza al invierno, el aroma de las flores del cuidado patio interior inunda la estancia dando alas al disfrute.
Responsable al 50 % del refrán “Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre”, la realidad es que esta construcción sí que formó parte de un conjunto eclesiástico, el de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia -de la que se tiene constancia desde el siglo XIV, confiriéndose como la iglesia más antigua de Chinchón- . El conflicto de la Guerra de la Independencia es el responsable de haber dejado huérfana de templo a esta torre, que durante años ha experimentado diferentes restauraciones, distinguiéndose la de 1858, en la que se colocó el reloj que la corona y por el que se la conoce actualmente.
A pesar de que debido a su estructura y atributos como los torreones y el puente levadizo puedan hacer pensar que se trata, efectivamente, de un castillo, quien se acerca al Castillo de los Condes de Chinchón lo hace al palacio renacentista construido por orden de Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, Marqués de Moya y III Conde de Chinchón.
Actualmente el edificio no es visitable ya que es de propiedad privada y no reúne las condiciones adecuadas para tales propósitos, sin embargo, la imagen de este inmueble construido con piedra de Colmenar de Oreja bien merece una visita para admirar la portada almohadillada o el blasón del mencionado conde, que luce a la entrada. Además, desde el alto en el que se ubica se obtiene una de las mejores perspectivas del casco histórico de Chinchón, ideal para contemplar cómo el sol crepuscular baña los tejados de la localidad.
El mejor ejemplo de arquitectura barroca de todo el municipio. Esta casa, que en su día fue el lugar de hospedaje del rey Felipe V cuando pasó la noche del 25 de febrero de 1706 -motivo por el cual se colocó una cadena frente a la entrada-, cuenta con elementos distintivos como su fachada de tres cuerpos, puerta adintelada y un patio interior en el que las columnas toscanas de la planta baja destacan sobre el conjunto. Hoy en día La Casa de la Cadena es un alojamiento rural, aunque durante sus primeros años de vida el inmueble fue empleado como casa de labranza para las tareas agrícolas, dedicando un espacio de la planta baja junto a las cuevas como lagar y bodega.
Las ruinas del antiguo Palacio de los Condes sostienen el actual teatro Lope de Vega, bautizado así por la creación de la obra del dramaturgo El Blasón de los Chaves de Villalba durante su estancia en el malogrado palacio, que desapareció durante la Guerra de Sucesión. Su construcción data del año 1891, cuando la Sociedad de Cosecheros financió su desarrollo, y actualmente es uno de los baluartes culturales de Chinchón.
El célebre pintor y su familia dejaron su impronta en el municipio. El hermano menor de Francisco de Goya, Camilo, ejerció como capellán de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, templo que cuenta con una obra del artista tras el altar: La Asunción de la Virgen (1812). También es suya la obra La Condesa de Chinchón, en la que retrata a María Teresa de Borbón y Vallabriga, XV condesa de Chinchón y marquesa de Boadilla del Monte. La estrecha relación que mantenían los hermanos hizo que el que fuera pintor de cabecera de la corte de Carlos III adquiriese una casa en la localidad, desplazándose con asiduidad desde la capital para disfrutar de la compañía mutua.
Ya fuera de Chinchón se encuentran los restos de este castillo, que aunque actualmente es de propiedad privada y no se puede visitar, desde la carretera ofrece una imagen de postal única si queremos inmortalizarlo para nuestras redes. Esta estructura defensiva gótica del siglo XV cuenta con la particularidad de tener una planta triangular. Asomado al valle del Tajuña, las vistas desde el castillo dominan el entorno natural que rodea Chinchón. A pesar de su estado actual, el castillo ha funcionado como vivienda durante casi toda su historia, destacando su uso como alojamiento de políticos y militares favorables a Alfonso XII. Como elemento característico hay que mencionar su pozo, excavado en laroca arcillosa, y cuya salida es aún un misterio, aunque se sospecha que puede dar salida al valle sobre el que se yergue.
A unos 10 kilómetros de Chinchón se encuentra este humedal para aquellos que anhelen naturaleza. Con unas 40 hectáreas, la Laguna de San Juan, una de las mayores reservas de aves de la Comunidad, cuenta con un observatorio para que los amantes del turismo ornitológico puedan echarle horas. Si además se va en familia puede ser un buen lugar para sentarse y hacer un pícnic, recordando en todo momento que se está en un área protegida y el cuidado que eso implica.
Si se decide comer en el pueblo, una maravillosa opción dada su gastronomía, aquí van nuestras recomendaciones. Ubicado en el número 17 de la Plaza Mayor, el ‘Café de la Iberia’ (Recomendado por Guía Repsol) resulta una opción ideal para reponer fuerzas durante una jornada de turismo cultural por Chinchón y degustar recetas tradicionales. Callos a la madrileña, torreznos o jamón se sirven en generosas raciones que hay que elegir con cautela para no llegar sin apetito al cordero lechal que asan en su horno. Como sugerencia, es preferible reservar mesa en su coqueto patio interior si el tiempo acompaña.
La cocina que comanda Miriam Hernández en ‘La Casa del Pregonero’ (Recomendado por Guía Repsol) encarna la tradición gastronómica de Chinchón al tiempo que desarrolla técnicas más vanguardistas, creando un concepto gastronómico en la propia Plaza Mayor. Su menú [José Sacristán] (60 euros; 75 euros con maridaje) fundamenta sus 14 pases en el producto de temporada, aunque también cuentan con una carta en la que el [foie] y las recetas cárnicas tienen especial protagonismo.
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