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mediterraneo desde la maroma

Ruta por la sierra de Tejeda (Málaga): subida a La Maroma

El milagro de la nieve en Málaga

Actualizado: 05/02/2020

El recorrido a la cumbre de La Maroma, a 2.069 metros de altitud, se ha vestido de blanco tras el último temporal. Una nevada excepcional que convierte esta ruta senderista en una experiencia única a orillas del Mediterráneo. Alimento, crampones, esfuerzo continuado y ganas de saborear la naturaleza son ingredientes principales de un camino que ofrece, como regalo final, una preciosa panorámica blanca enmarcada por el mar de Alborán y Sierra Nevada. Para disfrutarla no hay que tardar: en Málaga la nieve desaparece con rapidez.

Apenas el crujir de unas ramas rompen un silencio que abruma. Lo hacen por el peso de la nieve, que se va desvaneciendo lentamente por la acción del sol. No hay viento. Y la sensación de paz apenas se ve rota cuando pequeños trozos de hielo caen y emprenden un largo descenso por la ladera. La estampa se produce a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar en un pequeño bosque de pinos mediterráneos que ahora tienen aspecto nórdico. El temporal, que ha dejado una intensa nevada en el parque natural de las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, entre Granada y Málaga, ha cubierto de blanco una enorme extensión en la falda del pico de La Maroma, el más alto de la provincia de Málaga.

ruta la maroma
Para subir a La Maroma hace falta tirar de rodillas.

La nieve en Málaga es escasa y excepcional. Pero cuando llega, lo hace para vestir de blanco cumbres habitualmente áridas. La Maroma es una de las más espectaculares. En su cumbre, el vértice geodésico -de unos cuatro metros de altura- queda recubierto de una gruesa capa de hielo. Y el paisaje ofrece una gran panorámica que incluye las nieves cercanas de otros picos de este parque natural -como el Navachica- y la blancura de Sierra Nevada, la sierra de los Filabres o la de Guadix. Al sur, el Mar de Alborán se mece a poco más de 17 kilómetros en línea recta con la sombra de las cumbres africanas desvaneciéndose en el horizonte. Entre medias, la ondulante comarca de La Axarquía esconde pequeños pueblos blancos de origen árabe.

pinos mediterraneos la maroma
Aquí los pinos mediterráneos tienen un aspecto nórdico.

Gerald Brenan, en su obra Al Sur de Granada, describe la estampa así: "A esta altura [los pueblos] parecían salpicaduras de pintura blanca sobre el tenue rojo de las onduladas colinas que, a manera de dedos, surgían del bloque rocoso, para caer en el mar en una sucesión de conos, ondas y redondeadas protuberancias". La panorámica es el premio final para un ascenso que ronda las cuatro horas de subida (y otras de bajada). Solo requiere un buen estado físico para acometer esta paliza para las rodillas, pero no hay que olvidar que la montaña siempre conlleva sus riesgos. Merece la pena madrugar para evitar preocupaciones de último momento con las pocas horas de luz invernales. Los crampones son un aliado de excepción para evitar disgustos en resbalones que se pueden convertir en accidentes. Jamás hay que perder el respeto a la sierra.

Para llegar a la cumbre de La Maroma hay cuatro caminos principales. Uno de ellos parte desde El Robledal, una preciosa zona de acampada controlada marcada por un intenso pinar por el que las ardillas corretean alegremente y la presencia de arbustos aromáticos. Las otras tres comienzan en territorio de la provincia de Málaga. La primera, desde Canillas de Aceituno, que arranca con un imponente ascenso que pasa junto a cueva de La Rábita, antiguo lugar de oración y peregrinación sufí. La segunda, desde Sedella, un coqueto pueblo blanco donde se esconde un torreón mudéjar del siglo XVI. La tercera parte desde El Alcázar, una área recreativa para celebrar barbacoas a las afueras de la bonita localidad de Alcaucín, a 60 kilómetros y poco más de una hora de Málaga.

pantano viñuelas desde la maroma
Y al otro lado, el pantano de Viñuela.

Manto blanco bajo el sol andaluz

Es este último camino uno de los más accesibles para alcanzar La Maroma: se aleja de cañones y precipicios y la pendiente nunca se convierte en pared. Eso sí, el recorrido está marcado por una constante subida que apenas deja lugar a los llanos donde recuperarse. Arranca por una pista forestal que lleva hasta el Cerro Tacón -aunque existe una variante por una pequeña senda y un cortafuegos exigente- para continuar por un trepidante zigzag de 16 curvas hacia la Loma de las Víboras.

Para llegar a la cima de La Maroma se pueden elegir cuatro caminos diferentes.
Para llegar a la cima de La Maroma se pueden elegir cuatro caminos diferentes.

En todo este camino es habitual encontrar ejemplares de cabra montés haciendo imposibles equilibrios sobre las rocas o comiendo plácidamente los arbustos de la zona-. Es en la loma y su acceso a la Majada del Arce, donde comienza la nieve. Conviene ahí hacer caso más que nunca a Juanjo Garbizu y los consejos de su libro Slow Mountain: “Detén tu camino de vez, no intentes batir un tiempo o una marca. La percepción que tienes del paisaje mientras caminas es diferente a la que puedes tener cuando te tomas un respiro y miras con calma a tu alrededor”.

Una ruta para hacerla con calma.
Una ruta para hacerla con calma.

En esa mirada se encuentra un inmaculado manto blanco que brilla al sol andaluz, pequeños pájaros escondidos entre las rocas y una impresión de haber viajado en el espacio: ¿cómo puede haber tanta nieve a orillas del Mediterráneo? La imagen invernal parece sacada de contexto en una Málaga donde, tras la tormenta que también trajo granizo, han llegado temperaturas que superan los 20 grados en pleno invierno. El clima es así en el sur. Y, salvo cambios drásticos, las nieves se mantendrán durante pocas semanas. Por eso el disfrute es mayor, aquí la ciudad parece solo un recuerdo y la naturaleza un regalo que no debemos desaprovechar. Y ahora que está vestida de blanco, dan ganas de no abandonar nunca la montaña (salvo cuando aparece la ventisca, que aquí puede ser muy potente y, entonces, el frío cala hasta los huesos).

Más allá de los pinares iniciales, la vegetación del camino a La Maroma es escasa. Eso sí, existen curiosidades como algunos tejos en la vertiente norte, hoy muy escasos pero que un día dieron nombre a la sierra de Tejeda. Hay numerosos arbustos como palmito, revientacabras, bayón, boj, rascaviejas, o cenizo, así como algunas especies endémicas. La ruta está generalmente aromatizada por romero y lavanda. Entre sus sonidos destacan los de pequeños pájaros como la collalba negra y gris, el acentor alpino y el roquero. Más arriba sobrevuela el águila real junto al halcón peregrino, el azor o el chotacabras.

Los crampones son de mucha ayuda.
Los crampones son de mucha ayuda.

Binomio entre mar y montaña

El camino, lentamente y siempre en pendiente ascendente, sigue posteriormente por el collado de Fuente Santa -donde hay una pequeña fuente ideal para recobrar fuerzas-, el del Acarraero y el de la Casa de las Nieves. Finalmente, llega a la cumbre: un desértico pedregal de roca caliza que en estas fechas está escondido bajo la nevada, como los vivacs donde en las noches de verano duermen los senderistas más románticos que prefieren la compañía de la luna.

La nieve y el sol malagueño.
La nieve y el sol malagueño.

A unos 40 metros al sur del vértice geodésico hay una sorpresa: una sima que antiguamente se utilizaba para almacenar nieve. Al pozo natural se descendía con grandes cuerdas, aquí conocidas como “maromas”, de ahí que se le conociera como Sima de la Maroma. El tiempo y la comunicación oral hizo que la sima (con ese) se convirtiera en cima (con ce). Finalmente, el original nombre de este lugar, pico Tejeda, acabó convertido en el actualmente popular pico de La Maroma.

vertice geodesico la maroma
El vértice geodésico de la cumbre mide cuatro metros.

El camino está bien señalizado en todo momento con estacas de madera y reforzado con hitos -pequeños montones de piedras- que los montañeros se preocupan en hacer para guiar a quien sigue sus pasos. Tras las nevadas, muchas de estas señales están bajo el hielo y, por eso, se hace tan necesario no salirse del camino ya marcado por los pasos de otros senderistas como el uso de crampones: un simple resbalón puede generar accidentes innecesarios. El uso de aplicaciones como Wikiloc es ideal para quienes son primerizos en ascensiones como estas para evitar cualquier despiste y, así, evitar abandonar el camino marcado.

La llegada es una recompensa en sí misma.
La llegada es una recompensa en sí misma.

Para acabar de disfrutar la nieve merece la pena acercarse hasta Torre del Mar y las localidades costeras cercanas. Desde la playa, La Maroma se hace aún más presente, y el blanco de sus nieves atrapan el color anaranjado del atardecer. Un binomio entre el mar y la montaña que en esta zona de Andalucía se vuelve todo un lujo. El paraíso está más cerca de lo imaginado.

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