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Es un problema que se plantea en todas las casas cuando terminan estas fiestas y el frigorífico y el congelador están a rebosar de toda clase de sobras. Unos restos de verdura, de pescado o de carne es posible que no sean suficientes para una comida completa de la familia, por lo que hay que inventar algo para alargarlas.
Además, un plato recalentado no es lo mismo que cuando se sirvió reciente, desmerece mucho y resulta cansado, otra vez lo mismo... Por el primer motivo, pero, sobre todo, por el segundo, se impone un reciclaje en toda regla. Con la ayuda de acompañantes como el arroz, el cuscús, las legumbres, se consiguen platos que pueden ser únicos pero más ligeros de proteínas que los que se sirven en estos días.
Lo más prudente, según mi opinión, es cambiar de vía, es decir, darle a las sobras una vuelta de tuerca que las haga irreconocibles o casi, porque el pavo … es difícil de disfrazar, ni siquiera en las croquetas de pavo de los chistes, porque tiene un sabor tan pronunciado que no se disimula con facilidad. Pero sí se le pueden añadir ciertos matices que hagan olvidar el asado original.
Si se encuentra, se puede añadir a la cebolla que lleve 5 minutos en sofrito, ½ bulbo de hinojo en lonchitas muy finas también. Pero estas recetas van de aprovechar sobras, no de hacer más compras para seguir llenando el frigorífico de cosas y más cosas.
Si no se es gustoso de los aromas de las plantas de esta familia de umbilíferas –que les van muy bien al escabeche y a las lentejas—se pueden sustituir por perejil picado, hasta cilantro o cebollino bien picados que, además, dan un toque verde a este plato de los colores del invierno. Como es natural las lentejas se pueden sustituir por garbanzos, hasta por alubias blancas o pintas. A todas las legumbres les va bien el escabeche y el pescado, y viceversa.
El marisco con curry está muy rico un poco picante. Si el curry que tiene no es demasiado picoso, siempre se puede añadir un poco de guindilla seca o fresca, al gusto de cada cual. El coco rallado bien se puede sustituir por unas cucharadas de leche de coco, pero si no se tiene esta última… el coco seco rallado se conserva meses y siempre se puede tener a mano. No hay que olvidar que las grasas cremosas, como la del coco, calman la boca de las sensaciones picantes de las guindillas y le van al marisco que ni pintado. Este reciclaje le va también de maravilla a las sobras de salmón asado o escalfado. Delicioso.
Para servir, se puede poner la carne en una fuente, espolvorear por encima granos de ajonjolí y servir el cuscús en el cuenco en el que se ha hecho. Pero también se puede colocar el cuscús en corona en una fuente un poco plana y el pavo en el centro.
No es imprescindible echar tantas especias si no se tienen. Basta con la canela, el comino, el clavo, la pimienta y las cáscaras de limón y naranja. Sin embargo, yo recomiendo, como imprescindible, entrar de lleno en el mundo de los aromas y aprender a combinarlos. Se encuentran en todos los herbolarios de cualquier ciudad o pueblo pequeño –yo he encontrado hasta capullos de flores femeninas de lúpulo en una villa de 6.000 habitantes hace unos meses– y no es necesario utilizarlos todos los días, pero sí de vez en cuando.
Por encima adornar con azúcar molida y servir enseguida, para que no se ablande.
En realidad la pastela de leche marroquí, que es abierta, no se cierra, es falsa porque la masa que se utiliza no es brick, es la ouarka o brick, que tiene formato redondo. Si se quiere se puede aumentar la cantidad de crema pastelera, pero no es imprescindible. Luego es muy difícil de montar y servir si está muy rellena. No me parece que otros turrones sirvan para este postre, pero es cuestión de probar. La apuesta queda abierta para todas las ideas.
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