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La sangría bien hecha puede ser una delicia. No existe una receta única pero sí una serie de principios a los que atenerse y que son la clave para que este ponche de vino fortificado y frutas sea tu nuevo mejor amigo.
La sangría debe su nombre al color de la sangre, así que debe hacerse con vino tinto. Pero no cualquier vino tinto. "Cuanto mejor sea el vino, mejor será la sangría", explica Marc Álvarez. Este mixólogo estuvo durante años al frente de las barras de 'elBarri' de Adrià y hoy es fundador de 'DrinksAtelier' y del bar de próxima apertura 'Sips'. Con su verdad en mente, que parece de perogrullo pero que es fundamental, lo ideal es utilizar un vino de fresqueo preferiblemente elaborado con garnacha o tempranillo.
Al vino de fresqueo se le añaden uno o varios destilados, como brandy, cointreau o triple sec, vodka o Porto Ruby. "Mi recomendación –cuenta Álvarez– es añadirle algún tipo de licor, como un curaçao, un vermú blanco con bastante azúcar residual, y si no, un sirope de vainilla o de romero hecho en casa, (el romero y la sangría se llevan muy bien). Y así tenemos una sangría muy decente y sin grandes cantidades de alcohol".
Hemos llegado al meollo. "Tradicionalmente seguro que la sangría comenzó como una forma de infusionar fruta en vino –explica el experto–. Pero a partir de ahí se le incorporaron zumos envasados y refrescos de limón o naranja que evidentemente la hacen más dulce, pero que ya se sale de lo que debería ser su concepto original". Así que nada de refresco de naranja o de limón. Esta medida se ha popularizado porque es una forma fácil de aportar azúcar y burbujas, y de rebajar alcohol. Pero si quieres que el sabor de tu sangría sea auténtico, se impone usar cítricos naturales, y si quieres dulcificar, puedes echar azúcar. Si este último punto no te cuadra, hay otras formas de aportar dulzor como una maceración de limón o especias como la canela. Y si quieres que tu sangría sea burbujeante, siempre puedes añadirle soda.
En cuanto a las frutas añadidas, lo mejor es usar frutas crujientes como la manzana o la pera, o jugosas, como la naranja y el melocotón. Marc Álvarez es un amante de las fresas, y suele utilizarlas congeladas. Al descongelarse, armonizan con el sabor del vino y durante la maceración, dejan su agua y sus azúcares. Como en verano las fresas no son de temporada, apunta una alternativa: "A finales de verano llegan los frutos rojos: frambuesas, moras…, este tipo de fruta en compota también es interesante".
La sangría es verano. Y, cómo no, cuanto más fría mejor. Pero hay que tener cuidado con el hielo. En realidad, echarle hielo es una forma de aguar la bebida que no le favorece nada. Lo mejor es hacer el macerado de la fruta en el frigorífico y guardarla una vez elaborada ahí. A la hora de tomarla, se puede poner en una cubitera o en cualquier recipiente con hielo para mantener la temperatura.
Marc Álvarez nos regala su versión de sangría, en la que no hay ni frutas flotando ni hielo en la copa. En esta versión el dulzor lo aporta el sirope de romero y no un destilado. Aún así, él no es reacio a que los haya, así que siéntete libre de ponerle naranja o melocotón troceados, o de cambiar el romero por 60 ml de cointreau. Eso sí, utilices lo que utilices, tendrás que prepararla con bastante antelación.
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