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Una villa señorial de antigua industria y veraneo
Este pueblo, rodeado de bosques y montañas, es uno de los diez que integra la Comarca del Moianès. De origen medieval, en sus calles se reconocen episodios de la historia que han dejado una gran huella en la población. El castillo, de visita imprescindible, da nombre al pueblo y fue construido por orden de Terçol, hombre de confianza de Wifredo el Velloso. Actualmente se pueden visitar la fosa y la torre de defensa (siglo XII), las murallas, la capilla de Sant Miquel y la antigua residencia de los señores.
Castellterçol tuvo dos momentos históricos de gran auge. Uno, en el siglo XVII, gracias al textil y a la industria del hielo, y el otro cuando se convirtió en destino de veraneo a principios del siglo XX. De la primera etapa dan testimonio el curioso lavadero de lana del Roquer y casas con dinteles de piedra que datan del año 1600. Del segundo periodo permanecen anclados en el tiempo un puñado de edificios elegantes de la primera mitad del siglo XX que se descubren en un paseo por las calles del Quadró, Sant Francesc y Sant Llogari.
En el centro de la población se encuentra la Iglesia de Sant Fruitós, construida entre 1628 y 1679, y la Plaza Prat de la Riba, con la casa-museo donde nació y murió el político catalán. Los alrededores del pueblo están llenos de alicientes. Además de una cincuentena de casas históricas, como la Serradora o la Ginebreda, y dólmenes como el del Gavatx o el de Can Criac, el municipio también conserva una docena de pozos de hielo o neveros que se pueden visitar. Son construcciones excavadas en los siglos XVII y XVIII, la mayoría de piedra, donde se conservaba el hielo y la nieve. Es recomendable hacer una excursión hasta la parroquia rural de Sant Julià d’Úixols, con una iglesia prerrománica, situada a unos cuatro kilómetros del pueblo.