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El mirador de la isla de Tenerife
La definición de ‘situación privilegiada’ podría ser, perfectamente, la ubicación de El Sauzal en el mapa de la Isla de Tenerife. A escasísima distancia del mar, pero con una altura suficiente para elevarse y tener la mejor vista del Teide y del Océano Atlántico hasta donde los ojos alcancen. No es extraño que los miradores salpiquen su trazado. Los de La Garoña, Las Breñas y el Parque de los Naranjos miran al mar, mientras que el de Los Ángeles y el Parque de los Lavaderos, imprescindible al atardecer, son de mar y montaña. En cualquier caso, no hay que olvidar la cámara de fotos. Las redes sociales del viajero notarán el impulso de las vistas.
A pesar de este enorme atractivo, El Sauzal conserva la calma un poco alejado del ruido turístico que genera la isla. Esa calma se sustenta también en sus muchas iglesias, que proporcionan un extra de paz al viajero que gusta de paladear despacio cada lugar. San Pedro Apóstol o la de Santa Cruz y las ermitas de La Piedad, San Nicolás, La Cruz del Calvario o La Cruz de San Cristóbal invitan a sentarse en sus bancales a meditar.
Entre el patrimonio arquitectónico resaltan algunas construcciones tradicionales de la isla. La Casa del Vino ‘La Baranda’, con sus rojísima fachada, alberga el Museo Insular de la Vid y el Vino, dedicado a la promoción de las cinco denominaciones de origen de la isla.
El Sauzal, que cubre un amplio abanico de entornos naturales en su recorrido del litoral a la montaña, cuenta con varias áreas protegidas y, a pesar de la importante extensión de sus acantilados, algunas playas notables. En el Paisaje Protegido Costa de Acentejo habitan, en un abrupto paraje, especies en riesgo de extinción. Entre las playas cabe destacar la Punta del Puertito, la de Rojas o el Callao de los Parrales. La de más fama, y más difícil acceso, puede ser la playa casi virgen, y nudista, del Arenal. Quien consigue salvar los desniveles para llegar a su arena volcánica consigue una bonita recompensa.