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De la arquitectura medieval a la contemporaneidad de Álvaro Siza
Parapetado entre los parques naturales del Montnegre-Corredor y el del Montseny, Llinars ofrece un importante patrimonio arquitectónico y unos alrededores perfectos para recorrer andando. Dicen que las mejores vistas del Vallès y del Maresme se obtienen desde la Torre del Moro o Torrassa, una torre cilíndrica de base romana y cuerpo medieval que se ha convertido en uno de los lugares más frecuentados del municipio tras haber sido restaurada. Desde allí se vislumbran las garitas y la torre cuadrada de Can Bordoy, edificio novecentista erigido sobre los restos de una masía del siglo XIII. En el mismo entorno se puede visitar lo que queda del Castellvell del Far, levantado hacia el siglo IX y X sobre ruinas ibéricas y romanas. Fue destruido a causa de un terremoto y sustituido por el Castell Nou, que mandó edificar entre 1548 y 1558 Rimbau IV de Corbera-Santcliment, barón de Llinars en una colina con vistas a la población.
El paseo por Llinars descubre varios focos de interés, entre los que destaca la moderna zona central dominada por una gran escultura de hierro, emblema de la ciudad y que representa un dragón. La parte más antigua se articula alrededor de la calle Mayor, flanqueada de casas de colores, y que se extiende hacia vías más amplias con villas señoriales, fruto de la llegada del ferrocarril a la localidad a finales del siglo XIX que trajo consigo una nutrida colonia de adinerados veraneantes.
En el término municipal destacan tres pequeños núcleos con sendas iglesias: Sant Joan de Sanata, Sant Esteve del Coll y Sant Sadurní de Collsabadell. Los tres templos tienen origen en el siglo X y están ubicados en parajes bellísimos rodeados de bosques. El apunte arquitectónico contemporáneo lo aporta el flamante nuevo teatro-auditorio, obra del prestigioso arquitecto portugués Álvaro Siza.