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Un pueblecito perdido en el bosque
Un lugar para tirar el GPS y perderse por sus calles dominadas por la Naturaleza y las tradiciones catalanas como el famoso Correbous de su Festa Major o la degustación de su típico Ranxo. Hay hasta una Fira de Tractoristes/Feria de Tractoristas para demostrar que Vidreres es un lugar de campo. Además, debido a la importancia que ha tenido la inmigración en el pueblo, se encuentra una gran variedad de rasgos árabes, asiáticos y europeos del norte y centro del Viejo Continente.
De camino a Vidreres se encuentran los molinos de can Pau, la sobria iglesia de Santa Sussana de Caulès o caseríos como can Rayo, can Sala o can Tonet así como las famosas masías que hacen que entren ganas de pararse a comer fuet, como en el anuncio televisivo. También, paseando hacia la casa de Mundet, aparece una roca de granito que tiene unas cruces grabadas y una huella que, según cuenta una leyenda, se grabó debido a la disputa entre un santo y el demonio; a todo el conjunto se le llama Huella de San Martín; y a la marca, Petja iris.
Vidreres es, además, una localidad para deleitar al sentido de la vista con sus bellísimo conjunto de tres embalses conocido como los Pantanos d'en Llobet, a escasos metros de la masía Torre de Llobet, o su inmensa masa forestal en la que se pueden contemplar garzas, golondrinas y erizos. En cuanto a su flora, como hay arroyos cercanos, crecen chopos, acacias, pinos y existe un fuerte dominio del corcho.