Parque Francesc Macià

Malgrat de Mar, Barcelona

Qué ver

Entramos como quien traspasa la puerta de un castillo de cuento, con sus torres almenadas y un gran arco ojival. Margaritas gigantes brotan de la tierra, junto a setas caprichosas que parecieran la casita de los gnomos. Un campo enorme esparce tronquitos rellenos de chocolate, un flan de aspecto delicioso, con su cobertura chorreante de caramelo, magdalenas extraviadas, donuts y galletas bañadas de todos los colores; hay hasta una casita de caramelo con cobertura de nata y bastoncitos dulces. Se azuza el ansia de nuestro paladar más goloso ante tanta variedad de golosinas gigantes ¡Lástima que no podamos siquiera darles un mordisquito! Pero sí jugar con ellos, encaramarnos a sus alturas y hacerlos rodar con el impulso de nuestro cuerpo.
Algo más allá, los útiles escolares de un grandullón se desparraman por la llanura verde, como si se hubieran salido de la mochila mientras trotaba colina abajo, o se deslizaba por el tobogán sinuoso y larguísimo que recorre a su capricho la suave pendiente del terreno: aquí un par de lápices de colores, allí las gomas de borrar; más acá entre los árboles, un sacapuntas.
Este parque extensísimo esculpe las delicias con que todos soñamos siendo niños. También tiene pistas de juegos variados, de skate o tirolinas por las que deslizarnos, y recovecos y lugares para sentirnos valientes aventureros por unos minutos. El disfrute familiar está garantizado.