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Han perdido la cuenta de los kilómetros que llevan recorridos en sus casi diez años de giras y tampoco saben los que les quedan por delante. Probablemente serán muchos, si tenemos en cuenta que Viva Suecia vuelve a estar en la carretera presentando su cuarto disco, El amor de la clase que sea. Rafa Val, Alberto Cantúa, Jess Fabric y Fernando Campillo despiden el año con tres conciertos en la sala La Riviera (Madrid) en los que han hecho sold out. Hablamos con ellos.
Nosotros, siendo de Murcia, cuando estamos llegando al Norte, da igual la zona, siempre nos quedamos un poco sobrecogidos. Desde Murcia hasta Madrid, el paisaje es un poquito más árido, más rudo; pero en cuanto estamos llegando a la zona del norte de España, nunca nos acordamos de lo bonito que es. Sobre todo, la parte de Galicia. Da igual la parte por la que entres, incluso por avión, siempre es brutal. Te das cuenta del país que tenemos y de los paisajes bonitos que tenemos.
Yo soy de Compostela y he pasado mucho tiempo en Madrid. También he vivido en Alicante, en Castellón, en Gijón, en León y en Murcia, por supuesto. Al final, lo bonito de viajar, es que aprendes a valorar todo y creo que todo el mundo debería viajar más, no ir de turismo. Encima aquí, en España, tenemos muchas asperezas y mucha historia. Que si el idioma, que si no sé qué… Viaja más y valora toda esa riqueza cultural que tenemos. A lo mejor estaríamos todos un poquito menos crispados. Por ejemplo, casi todo el disco se ha compuesto entre Murcia y Riópar; se ha grabado entre Tarragona y Barcelona; la canción de Leiva la produjo él en Madrid. Todo ese viaje, toda esa historia, también enriquece el disco. Es un poco como la vida: hay que viajar, enriquecerse con gente de todos los sitios.
Estábamos en la parte más fea de la pandemia y decidimos ponernos a trabajar cuando mentalmente nos desbloqueamos. Buscamos una casita en Riópar, en mitad de la nada. Estábamos en la sierra, muy cerquita de Riópar, pero completamente metida en el bosque, con un laguito al lado. La primera tanda fueron cinco días y de ahí salió La voz del presidente y Parar la Tierra. Fuimos otra vez músicos y fue una cosa brutal. Nos llevamos un montón de vino, nos levantábamos medio en pijama, nos poníamos los instrumentos en la chimenea y se ha convertido en nuestro sitio talismán y, seguramente, repitamos.
El último viaje que hice fuera de gira fue a Estados Unidos. Intento no obsesionarme con ver cosas, sino simplemente ir, estar y disfrutar. Y, si un día no hay que hacer nada y simplemente estar paseando, comer en un sitio e, inclusive, ir a un concierto, hacerlo así y menos traca de ver un millón de cosas. Sí que es verdad que, cuando estamos en una ciudad, nosotros ya conocemos gente en casi todos los sitios e intentamos que nos recomienden algo guay, sentirnos un poco en casa durante la gira. Eso es muy importante y hay ciudades a las que nos gusta mucho ir a tocar porque nos sentimos un poquito en casa.
Suele estar vinculado a la gastronomía. Somos una banda a la que nos gusta mucho comer y lo valoramos mucho. Siempre he pensado que la gastronomía también vertebra mucho a esta banda. El otro día en Barcelona, Uri (Oriol Bonet), de Love of Lesbian, que es un amante de la cocina también, nos organizó una comida en un restaurante que se llama ‘Aürt’ (2 Soles Guía Repsol). Yo creo que ha sido de los días más bonitos que hemos tenido como artistas: tocar en Barcelona es una pasada, comer en un sitio así con Artur (Martínez), el chef, dando ese cariño, ese respeto. Es que es muy parecido a la música. Tuvimos la suerte de hablar de procesos creativos y es curioso porque hay muchos paralelismos. Al final, un chef de ese nivel cuando crea un menú, cuando crea un plato, los procesos creativos son muy parecidos, son muy abstractos, y mola mucho hablar con ellos y poner puntos en común.
Nos gusta también mucho tocar y comer en Santander, que es una de nuestras ciudades favoritas. Allí tenemos el restaurante ‘El Riojano’ (1 Sol Guía Repsol), que es también una pasada. Conocimos a gente en Santander que estaba vinculada a Murcia, nos lo recomendaron y ya es un poco tradición. Vas allí, estás deseando que llegue ese bolo para ir a comer al ‘Riojano’, ver a esa gente, luego tomarte una copa con ellos y sentirte un poquito en casa a mil kilómetros de Murcia. Y Galicia, por supuesto. El otro día tocábamos en Galicia y nos fuimos un día antes para comer en la casa de Pepe Solla (‘Casa Solla’; 3 Soles Guía Repsol), que es gran amigo de la banda y también nos enamoramos allí otra vez.
En Murcia tenemos una de las mejores gastronomías de este país, lo que pasa es que nos vendemos muy mal. Aquí, para empezar, la cerveza: Estrella Levante. No se negocia. Como restaurantes, está ‘Local de Ensayo’ (1 Sol Guía Repsol), que es de cocina más elaborada. Tenemos el ‘Alborada’ (1 Sol Guía Repsol), que es de producto. También el ‘Salzillo’ (Recomendado por Guía Repsol), que es uno de los mejores restaurantes de Murcia en producto y a mi batería, Fer, le tratan de usted porque come ahí todas las semanas. Yo creo que aquí funcionan muy bien los restaurantes de producto. Nos vendemos muy mal porque deberíamos hablar más de la huerta de Murcia, que aquí tenemos muchísimo producto.
En Murcia, es muy raro que entres en un sitio y no comas bien porque no hay casi turismo y un sitio donde no se come bien, no funciona. Entonces, tú te vas a la plaza Belluga, en el centro, donde está la catedral, te metes a un sitio a comer y comes genial y a un precio razonable, porque está comiendo la gente de Murcia, no hay prácticamente nadie de turismo.
Hay siempre debate porque hay dos o tres sitios; pero yo creo que la mejor está en el ‘Café Bar Gran Vía’, que está en el Paseo de Alfonso X. Es un bar de estos de barra metálica de toda la vida, que llevará 50 o 60 años ahí y nadie sabe qué le echan. Para mí es la mejor. Siempre que puedo, me escapo. Además, es el típico sitio al que vas y están allí los parroquianos de siempre, están ahí metidos todos los días los dos o tres amigos de mis padres de hace 30 años. Me encanta ir y, además, llegas, te conocen, te saludan y para mí es la mejor ensaladilla rusa y, por supuesto, marinera de Murcia.
De camino a Madrid hay un par de sitios en los que solemos parar. Piensa que somos 12 o 13 personas y tienen que ser sitios grandes y que se coma medio bien. Uno de ellos es ‘El Zielo’ (A-3, Perales de Tajuña), que está cerquita de Madrid. Cuando estás bajando desde el norte, pasas Madrid y comes ahí. El otro es cuando estás de subida: el ‘Marino’ (A-3, Honrubia), que está como a mitad de camino entre Madrid y Murcia, y es un sitio de estos enormes en el que hay comiendo ahí 300 personas, pero que se come muy bien, tanto de menú como de barra.
Yo vivo en la Huerta y creo que, en toda la zona que está pegada a Murcia, hay un patrimonio intangible que no se está vendiendo bien y que se está cuidando poco y destruyendo. Métete en la Huerta a dar un paseo con una bici, vete a comer a un restaurante debajo de la parra o debajo de un limonero, vente a ver atardecer. Tenemos aquí un sistema de acequias increíble y un paseo maravilloso por el río.
En Murcia hay un paseo muy bonito que es el de la catedral, que es de las más bonitas de España y las he visto creo que todas, porque he estado en casi todas las provincias de España. Es una ciudad que en un día te la ves. Lógicamente, es una ciudad que es más para vivirla, para disfrutarla tranquilamente, que para darte una vuelta turística de toda la vida. Eso es lo bueno que tiene Murcia.
Es para venirte un fin de semana, comer bien, pasarlo bien y, también, pegarte una juerga, que eso también es obligatorio en Murcia. Te he hablado de hostelería, pero también hay bares de copas. Tenemos ‘La Yesería’, que es una institución; tenemos el ‘Revólver’. Y tenemos el tardeo, que es la juerga después de comer y que se estila mucho en Murcia. Comes y, luego, te vas a las 17:00 a tomarte una copa. Lo bueno es que a las 12 de la noche estás en casa y el domingo eres persona. Eso también se agradece.
Luego tenemos muchísimos kilómetros de costa y ya no te hablo de los más evidentes, como La Manga, que está bastante masificado. Está la playa de Calblanque, la zona ya más pegada a Almería, que está supervirgen. Y, por supuesto, que luego me riñen, Cartagena, que ha pasado años oscuros, pero ahora está súper bonita también.
Ahora han abierto una sala nueva: la ‘Sala Mamba’; tenemos la ‘Sala R.E.M’, que también es una institución; tenemos el ‘Teatro Circo’, que es maravilloso y superbonito, ya no solo para música, sino para teatro y demás. El ‘Teatro Romea’, que también es una plaza preciosa y un sitio precioso. Estuve viendo a Second hace poco allí e increíble. Tenemos la ‘Sala Revólver’, que es más pequeñita, para bandas que están empezando, y la ‘Plaza de Toros’, que tocamos nosotros allí el otro día y también fue maravilloso. Hay un montón de salas. En Murcia todos los fines de semana hay 7.000 planes de cultura, que también es una cosa que la gente no es muy consciente. Tenemos, por supuesto, el Warm Up, que es un festival internacional y mete 50.000 personas; el Festival de Jazz de San Javier; el Cante de las Minas, la Mar de Músicas, en Cartagena. Para música hay mil planes en Murcia. Sobre todo, música. Por eso hay tantas bandas. Hay mucha vida cultural.