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La gran extensión de costa de la isla permite a sus visitantes disfrutar de una amplia variedad de playas y calas en donde tomar el sol sobre arena blanca al tiempo que se sumergen en sus aguas cristalinas. Para muchos, las playas de Ses Illetes y Llevant, ubicadas dentro del Parque Natural de Ses Salines, figuran entre las mejores del mundo y conforman una parada obligatoria para todos los que visiten Formentera por primera vez. Sus aguas poco profundas y la ausencia de oleaje hacen que sus bañistas se sientan en una enorme piscina natural.
Dentro del Parque hay cuatro playas: Cavall d'en Borras, la más cercana al puerto de la Savina; Illetes, cara oeste, de mar más tranquilo, y Llevant, este, con algo de oleaje y brisa, ambas en la península de Es Trucadors y que concentran el mayor número de visitantes; y Racó de s'Alga, ya en el vecino islote de Espalmador.
En la cara sur de la isla nos encontramos con la playa Migjorn, la más larga (cinco kilometros) y la favorita de los locales. Esta playa suele tener muchas algas y matorrales que le dan una personalidad salvaje. En Migjorn hay además pequeñas calitas rocosas, un poco aisladas, donde se practica el nudismo.
En la zona norte de la Formentera, en la costa de Tramuntana, encontramos la cala en Baster. Se trata de un pequeño refugio de paredes calizas de pescadores en donde el viento y las olas han ido pintando figuras sobre las rocas. Se puede acceder a ella en bicicleta, haciendo senderismo por la ruta verde número 21 o en vehículo propio.
Si lo que se busca es un lugar más familiar para compartir con niños y abuelos, el refugio ideal es Cala Saona. Esta pequeña playa es una de las más visitadas por sus vistas privilegiadas a Ibiza y su escasa profundidad.
Los faros en Formentera son icónicos. El lugar ideal para contemplar una puesta de sol de película es el faro de La Mola, en el extremo este, al que se llega por la carrera principal PM-820 y que tiene 200 metros de altitud. Para muchos, es el faro de Julio Verne, porque en él se inspiró el novelista para una escena de su obra Hector Servadac. Los visitantes más intrépidos se arriman al límite y pueden ver el acantilado, de 120 metros de altura.
El Faro del Cap de Barbaria tiene 17,5 metros de altura y produce haces de luz cada 15 segundos. Hace unos años, se volvió muy famoso porque allí se grabaron escenas de la película Lucía y el sexo. Entre el paisaje casi desértico, el propio faro y el mar de fondo, ofrece una imagen de postal. Es, de hecho, el sitio ideal para contemplar la puesta del sol de Ibiza. En los días nítidos, se llegan a distinguir incluso las elevaciones montañosas de la península. No muy lejos de allí, se puede visitar la Torre des Garroveret, del siglo XVIII.
Los miradores no se quedan atrás cuando de atrapar atardeceres se trata. La joya de la corona en Formentera es el mirador de Ses Illetes. Desde ahí, se puede contemplar la península de Es Trucadors y el islote virgen del Espalmador.
Por la carretera que comunica El Pilar de La Mola con la localidad pesquera de Es Caló hay un desvío a la derecha que conduce al mirador de Racó de Sa Pujada. Para llegar hasta allí hay que caminar un poco en una ruta con desniveles, pero las vistas valen la pena. Desde este punto de la isla se contempla la silueta de la costa de Tramuntana, donde es casi imposible distinguir el cielo del mar.
Al otro lado de la isla, el mirador de La Roja, un acantilado alejado de las masas de turistas, se convierte en el lugar perfecto para meditar con el viento y el oleaje. Sus vistas hacia el faro de La Mola enamoran.
Además de por sus playas paradisiacas, Formentera destaca por su buena gastronomía. En la isla hay tres restaurantes que tienen un Sol Repsol y decenas de chiringuitos donde recargar fuerzas para seguir descubriendo la isla.
El beach club ‘Blue Bar’ de Formentera es el lugar ideal para cenar con vistas a una playa salvaje. Además, da la posibilidad de que los comensales se queden después bailando en la arena y tomando copas. La carta se compone de platos locales e internacionales con toques orientales y no puedes irte si pedir su legendario mojito.
Por otra parte, Es ‘Codol Foradat’, ubicado en la Playa de Migjor, cuenta con una carta en la que se nota la impronta de Nandu Jubany, que gestiona el proyecto desde 2020. Junto con Frank Jiménez como jefe de cocina, juntos exploran la gastronomía isleña con producto mediterráneo de alta calidad. No se queda atrás ‘Es Molí de Sal’, un restaurante de cocina típica isleña con vistas al mar e increíbles puestas de sol desde su amplia terraza.
Nada mejor que terminar un día de playa cenando en un lugar tranquilo y brindando por otro día en donde la piel se tuesta con el sol. El restaurante ‘Sol Post’, situado frente a la Cala Saona y dirigido por el chef Joan Costa, propone en su carta un cruce migratorio de sabores entre Cataluña, El Salvador y la isla Pitiusa.
Otra opción es el restaurante 'Quimera', de la chef Ana Jiménez García. Su comida es una mezcla entre la gastronomía manchega y mediterránea. Todo, con materia prima de lujo que procede de la huerta ecológica de la familia Marí, propietaria del restaurante y del hostal. Su especialidad son las verduras, las hortalizas, las frutas y las hierbas aromáticas. Cultivadas orgánicamente, muchas veces son las reinas de sus preparaciones.
En el restaurante 'Vogamari', podemos probar la tradicional frita de langosta con huevos y patatas fritas. La prepara el chef Toni Mayans junto con sus famosos arroces, sus ensaladas payesas y sus croquetas de erizo de mar frente a las aguas turquesas de Formentera.
Y por la carretera que comunica El Pilar de La Mola con la localidad pesquera de Es Caló hay un desvío a la derecha que conduce al mirador de Racó de Sa Pujada. Para llegar hasta allí hay que caminar un poco en una ruta con desniveles, pero las vistas valen la pena. Desde este punto de la isla se contempla la silueta de la costa de Tramuntana, donde es casi imposible distinguir el cielo del mar.
Formentera destaca por unas artesanías que plasman los paisajes y tradiciones de la isla en sus obras y que se venden en los mercadillos. Los artesanos del mercado matutino de Sant Francesc, frente a la parroquia de la Plaza de la Constitución, son famosos por sus anillos labrados como corales, sus recetas baleares pintadas en acuarela y sus pulseras en forma de hoja de higuera, así como por sus piezas de ganchillo, que recrean los atardeceres de la isla. El mejor regalo made in Formentera hecho a mano.
Dentro del gremio de artesanos del mercado de Sant Francesc destacan las joyas del argentino Tito Solari, en cuyo puesto se pueden adquirir cadenas, anillos y brazaletes robustos, pero de líneas limpias y elegantes, todas forjadas a mano entre los 140 y 800 euros. Llevar una de sus piezas es tener un pedazo de Formentera en el cuerpo.
Justo frente al tenderete de Tito, se encuentra la francesa Julie Aubrun, que pasa sus días pintando sobre todo acuarelas inspiradas en la fauna y flora de las Baleares. No obstante, de los lienzos que más orgullosa se siente son sus representaciones de platos típicos de la isla. Otro lugar ideal para llevarse un recuerdo de moda, artesanía o joyas hechas por los propios artesanos de la isla es el mercadillo hippie de La Mola, que abre los miércoles y los domingos por la tarde.
El descanso es esencial para completar unas buenas vacaciones en Formentera, por lo que te proponemos quedarte en alguno de estos tres alojamientos: El Hotel 'Blanco' se ha convertido en un referente para los cientos de italianos que inundan la isla cada verano. Su confort y privacidad atraen a familias y parejas a disfrutar de este pedazo de costa. El lugar cuenta con 120 habitaciones, y en él los clientes pueden disfrutar de la cocina del restaurante 'Carmen', que dirige la chef Sara Valls.
Otra opción donde descansar, para los más nostálgicos de la mítica discoteca Pachá, es el hotel-restaurante 'Casa Pachá', que rinde homenaje a las noches interminables de los años 70. El objetivo del hotel es que sus huéspedes puedan recargar fuerzas y contagiarse de la tranquilidad de Formentera.
Por último, una muy buena opción son los apartamentos boutique 'Can Aisha', cerca de la playa de Es Pujols. Son un pequeño edén diseñado para parejas que buscan tranquilidad e intimidad en una Formentera que en estos meses de verano cuadriplica su población. Aquí nadie tiene que hacer cola para desayunar, pelearse por una tumbona o luchar por su pedacito de piscina.
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